8 de febrero y a nadie se le debe escapar que el día está marcado con tinta indeleble en las agendas de todos los medios de comunicación. Lógicamente no es porque el escritor John Grisham cumpla 59 años ni porque hace 40, Edward Gibson, Gerald Carr y William Pogue, batieran el record de permanencia en el espacio; no, el día es lo que es porque vamos a ver a la Infanta Cristina pasar por el juzgado y declarar sobre su papel en todo lo ocurrido con Nóos y Aizoon.
Lo que más valor va a tener es la foto de un miembro de la Familia Real yendo a declarar; el sonido de su voz respondiendo preguntas ante un juez; el relato de su gesto y actitud en este trance… Del contenido de sus palabras no anticipo nada porque lo lógico es que diga que no tenía conocimiento de nada ilegal. Pero una vez acabada la declaración, empezará el juego de titulares y aquí sí, los va a haber de todos los gustos. Estarán aquellos que jueguen con la sinécdoque y enfilen hacia toda la realeza, al haber pasado por el juzgado uno de sus miembros; incluso la declaración se transformará en un proceso completo y, de esta forma, veremos titulares como: ”La Familia Real –o La Realeza- a juicio”. Sensacionalismo puro, pero no es de extrañar; hace un par de días se podía leer en alguna edición digital: “Rouco Varela agredido”. Pues sería verbalmente. Mucho más fiel a la verdad hubiera sido este otro: “Monseñor recibe un bragazo”.
La cuestión, más allá de titulares e interpretaciones, es que la sombra de duda que los propios políticos han dejado crecer sobre la ausencia de separación de poderes –descanse en paz Montequieu-, va a provocar que, decida lo que decida el juez, aquellos que quieran ver en la monarquía un dinosaurio, un lastre y un pozo de corrupción moral, seguirán viéndolo. Y al contrario igual, pero con una diferencia. Si el juez considera que la Infanta Cristina es inocente, no habrá una masa de gente pidiendo que se acabe con los plebeyos ni que se sustituya a los políticos por Infantes, Príncipes y Reyes.
No hace falta decir que, y me da hasta miedo, como el juez decida acusar a la Infanta de algo, Cayo Lara se va a romper el esternón con el dedo índice, al grito de: “¡ya lo dije yo, España mañana ha de ser republicana!”. Rubalcaba se pondrá muy digno, como se pone él, y animará a sus compañeros de partido –porque ya no le quedan ni acólitos ni seguidores- a hablar de la necesidad de acabar con la corrupción en La Zarzuela o de las elecciones europeas o de las semifinales de la Copa del Rey; de lo que sea excepto de primarias. Por su parte, Rajoy, podrá meter en el mismo saco a Bárcenas, el caso Gürtel, los ERE de Andalucía, la UGT de Andalucía, la Infanta… Y decir que todo quedará solucionado con la marca España. Esta vez Europa, y cuando digo Europa digo Merkel, no podrá poner pegas porque un tesorero de su partido ha ocultado dinero. En ciertos corrillos dicen que ha hecho un “Bárcenas”; otros apuntan a que en realidad ha estafado un dinero por el método de ahora abro una empresa, ahora la cierro. A esto lo han llamado “el reptil alemán”.
El caso es que con la declaración de mañana tendremos material para rato. No sé cómo es posible que España se entere de las cuestiones importantes, si con la corrupción ya teneos copado todo el espectro informativo. Antes nos podíamos distraer con el fútbol, pero ahora, hasta en ese deporte, planea la sombra de la corrupción. Y donde no hay corrupción hay locura, extremismo o charlotadas que distraen la atención.
El lanzamiento de bragas, antes comentado, contra Rouco Varela tiene cierto tinte cómico. Quizá las activista de Femme pensaron que las bragas serían para este hombre como el agua bendita para los vampiros. Lo que realmente escandaliza, no a Rouco sino a todo el que tenga dos dedos de frente, es acompañar el lanzamiento de lencería con el grito de “el aborto es sagrado”. No haré más comentario porque poner en la misma frase “aborto” y “sagrado” retrata tanto a quien la dice como al sistema educativo que siguió.
Pero la locura de la semana ha sido el intento de secuestro, asalto y/o asesinato de la mujer y la hija de Paco González. Dice la detenida y acusada que ha sido una locura de amor. En fin, de amor ya no se muere, pero tampoco se mata
Amores que matan.Emilio Hidalgo |
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