Ébola, et voilà

En ocasiones parece que la cordura vuelve a imperar en el mundo

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Emilio Hidalgo
Lunes, 11/08/2014 | Región, Ciudad Real, Nacional, Internacional | Portada, Sociedad, Salud

En ocasiones parece que la cordura vuelve a imperar en el mundo; Israel y Hamas dejan de jugar al blanco con el pueblo palestino; Pujol afirma que está a disposición de la justicia y de Hacienda; el religioso infectado con ébola llega a España. Y de pronto, te despiertas y te das cuenta de que es agosto. Y la cordura está de vacaciones. Y el eventual que ocupa su puesto, pierde la concentración con gran facilidad.

 

Vuelves a revisar las informaciones y te percatas de que el “alto el fuego” se ha terminado y que el rival más débil, a priori, está deseando que vuelvan a darle caña. Hamas no se desarmará jamás, más que nada porque no son sus terroristas los que están muriendo, sino el pueblo que no sabe de conflictos políticos o religiosos. Hamas no renunciará a las armas jamás, porque por cada borrego convencido de ir al matadero hay promesa de cien vírgenes y estos idiotas, crédulos ellos, no se han percatado de que son tantas las promesas que no hay vírgenes para todos. Además, los ángeles no tienen sexo.

 

Las bravatas de unos y otros son el mejor ejemplo de la injusticia que se comete en Gaza; no mueren los imanes ni los dirigentes israelíes, sólo aquellos que no tienen ni voz ni voto. Ni casa. Ni familia. Ni futuro…

 

Con el caso Pujol pasa lo mismo; es verdad que el ex presidente catalán ha dicho que está a disposición de la justicia, pero lo ha dicho con cierta altivez, casi como si le hiciera un favor a la justicia. Casi pareciera que está en su mano el escribir el final de esta novela. O que lo creyera así. Pero ya es tarde; no debe ser fácil estar durante treinta años haciendo tu santa voluntad, por encima del bien y del mal, y que de buenas a primeras te recuerden que no eres intocable y que ni siquiera tienes ya cargo político. El césar de Roma, para no caer en semejante soberbia, tenía a alguien a su lado que le recordaba su mortalidad. Y es que el poder no sólo tiene erótica sino que además endiosa. Lo que pasa es que por muy grande que se crea uno, políticamente, cada cual tiene la talla que tiene. La de Jordi Pujol es corta de por sí, cuanto más ahora.

 

Soy consciente de que su tranquilidad se debe a dos factores; su edad impide que acabe en prisión y confía en que no sean capaces de encontrar, y embargar, todo lo que oculta en su oscuro patrimonio.

 

En cuanto al caso de Miguel Pajares, religioso que contrajo el virus ébola en Liberia y que ya está en España, se ha desatado un debate que me hace creer que, lo más enfermo de esta historia es nuestra ética colectiva. La pregunta de quién debe pagar el gasto del traslado todavía tiene un pase, pero dudar de si España debía repatriar a este hombre… Eso no es ignorancia, es cobardía vestida de demagogia.

 

Decía un iluminado en twitter (foro de, entre muchos otros, grandes facinerosos y eruditos del estercolero) que por qué se repatriaba a este hombre y no a otros españoles que habían enfermado en el extranjero –concretamente ponía el ejemplo de una mujer-. Sin entrar en más detalles, el ejemplo que ponía, comparaba el caso de este religioso, que ha ido a ayudar a los que menos tienen (sí, de manera voluntaria, pero a ayudar) y ha contraído una enfermedad potencialmente mortal, con el caso de una mujer que se fue a iniciar un negocio y contrajo una neumonía atípica. Partiendo de la base de que uno se enfrenta a una enfermedad sin tratamiento específico, y por tanto sin cura salvo que el propio organismo la venza, y que la otra se enfrentaba a algo que se cura con antibiótico, salvo que sobrevengan complicaciones, no hay color. Eso por no hablar de que uno se ha infectado en el tercer mundo y la otra se infectó en Argentina. O de que la familia de la mujer, que desgraciadamente falleció, pudo recibir su cuerpo en España y darle sepultura, mientras que Miguel Pajares, de haber muerto, habría sido incinerado y sus restos arrojados a una fosa común, para horror de su familia.

 

El ébola es sólo una enfermedad. Puede que te mate o puede que no, pero si estás dispuesto a abandonar a los que ponen en riesgo su vida por ayudar a otros, por miedo al contagio, después estarás dispuesto a ignorar lo que está pasando en África, por miedo a tu conciencia. Entonces es tu moral la que está enferma y aunque eso no te matará, te hace portador de un contagio extremadamente peligroso. Eso jamás, pero con jota.

 

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