Ahora sí, no creo que podamos avanzar más en esto, el mundo se ha vuelto loco y la actualidad, que es socarrona, se ríe de nosotros con descaro. Analizar hechos y desechos de esta semana nos lleva, irremisiblemente, a la conclusión de que alguien se burla de nosotros. En algún lugar. De alguna manera.
Mirando las informaciones, titular por titular, no veo más que bromas macabras, chistes malos y hastags perfectos para aquello de #tuiteaalgoabsurdo. Sigo sin entender cómo, en este país, llevamos años encontrado titulares que mezclan a cargos públicos con asuntos sucios y a nadie se le ha caído la cara de vergüenza. Un ejemplo: “Diez sindicalistas gastaron 1,1 millones de Caja Madrid”. Sindicalistas. Para aquel que no lo sepa, el término sindicalista se refiere a aquellos que originalmente se partieron la cara y el pecho para que el trabajo fuera una forma más digan de ganarse la vida y una forma menos flagrante de esclavismo. Hoy en día todos ellos son esclavos, pero de sus bajos instintos y de la desenfrenada pasión por el dinero. El político es algo parecido, tanto dormir en los mismos colchones, rellenos de billetes, han acabado siendo lo mismo. Todo en nombre del pueblo, pero exprimiendo al pueblo. Y no, no me creo que una coleta y un discurso aparentemente diferente te conviertan en alternativa de nada.
Sigo con titulares. “Las fotos robadas de famosas pueden acabar en demanda millonaria”; ¿esto qué es? ¿Acaso las famosas no tienen lo mismo que las no famosas? ¿O es que lo tienen más bonito? ¿O lo lucen con más glam? Me quedo con aquella frase de Laura Pausini: “si habéis visto, habéis visto, lo tengo como todas”. Aquí el problema es que llevamos años hablando de que se roban las mismas fotografías a jóvenes y adolescentes de todo el mundo, y ni siquiera con las artes informáticas de un pirata sino con engaño y extorsión, pero ninguna de ellas recibirá una compensación millonaria por su privacidad. ¡Ah, ya sé! Las famosas son “más deseadas” y son personajes públicos. Personajes públicos que, en algunos casos, no tienen más mérito que haberlo mostrado ya todo, pero en la gran pantalla y por una pasta. Hay desnudos y desnudos.
¿Qué me dan por desnudar mi alma?
Mejor sigo repasando las noticias. “Un traje diseñado por la NASA ayuda a caminar a un niño con parálisis cerebral”. ¿Es posible hacer pedidos? Nos vendrían bien unos cuantos; no sé si hacen falta 47 millones de trajes, para que salgamos del embotamiento que tenemos como sociedad, o si basta con pedir uno para cada cargo público. Esa gente, que se inició en su labor con la idea de mejorar este país y que se quedó en bloqueo tipo Windows 95 cuando los cegó el poder y el dinero, esos, necesitan un traje de estos más que comer.
Hay más. “Un preso al pederasta de Ciudad Lineal: <<No me mires que soy padre y no respondo>>”; no veo el hecho noticiable por ninguna parte. Bueno sí, lo amenazó, pero no intentó arrancarle la piel a tiras. Este preso le dijo lo que le habríamos dicho cualquiera, si pudiéramos sujetar la náusea. Y conste que no creo en la violencia como solución de nada, pero tampoco creo que pueda uno reprimir sus instintos siempre.
Y los titulares que rozan el colmo. “La ciencia crea una capa de invisibilidad como la de Harry Potter” y este otro, “Patentan una capa de invisibilidad low cost”. A esto habrá que buscarle aplicaciones, aunque ya me atrevo a predecir que el potencial militar y de espionaje será el más goloso. Entre otras cosas porque en España ya somos todos invisibles. Los políticos no nos ven cuando pedimos honradez y honestidad; la Justicia nos ignora cuando pedimos sentencias ejemplares; Hacienda hace oídos sordos cuando les decimos que ya sólo podemos pagar con sangre; Europa pasa de nosotros cuando afirmamos que ya no podemos más recortarnos las uñas a ras de codo. Y en Eurovisión la cosa es aún peor, porque ni nos ven ni nos oyen, al menos, bien.
Voy a terminar con un titular que considero ilustrativo. “El Festival de Cine de Sitges arranca con la esperada REC 4”. ¿Y por qué nos gustan tanto los zombis, demonios y demás seres que contagian al mordisco? No, no es por lo que dice Juan Carlos Monedero de que los españoles somos como zombis y nos alienan. Más bien es porque los agentes sociales son como zombis, basta un leve contacto con el poder y todos quieren devorarte. En ese caso, calma mucho sentir el instinto de aplastarles la cabeza y verlo realizado en la pantalla. Y mientras sólo sea en el cine…
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