Un año más analizar la actualidad socio-política será el principal objetivo de esta columna. No se juega en ello una vida pero sí es peligroso en un mundo tan polarizado. Se ha resumido todo en “estoy contigo” o “estoy contra ti”. Algo que provoca que se olvide la imparcialidad y objetividad a la hora de afrontar determinadas cuestiones.
En una sociedad donde todos los indicadores macro económicos miran hacia la misma dirección los datos micro económicos llevan la contraria.
El primer escollo es la vivienda. Cuando una persona que tiene un sueldo no puede acceder a una vivienda digna, bien por adquisición o por alquiler, refleja décadas de olvido en lo concerniente a la economía social. La concentración en unas pocas manos de muchas viviendas provoca una especulación inmobiliaria que debería ser regulada y encorsetada. Poner la vivienda al servicio de la sociedad debe ser primordial para un gobierno que se llama progresista. Una juventud que retrasa la edad de emanciparse y con ello la edad de asentar su vida provoca un retraso que a la larga pagará el país.
En segundo lugar todo es consecuencia, o en su mayor parte, a la falta de valor de los diferentes gobiernos para descentralizar el país económica, política y burocráticamente. Apostar por ello provocaría el crecimiento de ciudades más pequeñas de todo el territorio. Con ello la España vaciada se verá influenciada por los flujos migratorios internos y las casas que se ven hundidas, o casi, podrán optar a volver a ser habitadas. Se creará riqueza más allá de la capital o las ciudades más favorecidas. De esta manera sólo estamos viendo como las grandes ciudades se ven masificadas, creando suburbios y barrios marginales como sucedió tras la Guerra Civil, algo que tarde o temprana acabará “explotando”.
Al Gobierno le falta valor a descentralizar y a topar los precios de los alquileres. Mientras la gran parte de la sociedad vive ahogada una minoría se beneficia de la especulación inmobiliaria.
Qué pena da ver municipios donde hay un sinfín de casas en venta, hundidas o deshabitadas mientras en los grandes núcleos urbanos apenas hay casas en las que vivir dignamente y que se puedan pagar. Llevar ministerios, consejerías, delegaciones, empresas, despachos públicos… a lugares menos habitados provocaría el crecimiento no sólo de ese lugar sino de los alrededores. Para ello se necesita trabajar en conjunto, sin intereses particulares ni partidistas, así como entre todas las administraciones. Sin embargo en un mundo donde todo se rige por el “postureo” y las redes sociales profundizar en un asunto así es demasiado doloroso y espinoso para el aparato político.
Lo que no se están dando cuenta es que tarde o temprano surgirá otro movimiento como el 15-M porque llegará un momento que la sociedad no podrá seguir siendo esclava. Es lo que hoy en día siente mucha gente joven cuando se ve pobre y que no llega a final de mes, aun trabajando, o tiene que tener más de un trabajo para poder afrontar los gastos del mes. La intervención del Estado es necesaria. Es el Estado quien tiene que hacer cumplir la Constitución y poner el bien común por encima del bien económico de unos pocos.
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