En la pasada Semana Santa me he acordado mucho de Bud Spencer y de Terence Hill. Esa pareja del cine que solucionaba cada problema repartiendo galletas simpáticas. Ojo, simpáticas pero enormes; que Bud Spencer ha sido el arquetipo de padre para toda una generación. Un guantazo suyo, con mano abierta, tenía más efectividad reconduciendo conductas inapropiadas que cualquier técnica de Supernanny. Pero no me he acordado de ellos por los porrazos y mamporros, o al menos no por los golpes físicos. Me he acordado de ellos por el título de una de sus películas, concretamente “Y si no nos enfadamos”.
Dentro de unos días, nueve canales de la TDT cerrarán sus emisiones. Puede que lo hagan para siempre, es lo más probable, y de esta manera empezamos un camino hacia un valle inexplorado por nosotros, pero que no nos va a gustar. A medida que se reduce la oferta televisiva, se nos empuja a las plataformas de pago. Plataformas que, curiosamente, son las empresas de telefonía, las mismas que van a copar las frecuencias más altas de la TDT para las comunicaciones de los teléfonos móviles. Esto es un círculo, todo está relacionado y la ganancia es siempre para los mismos. Por si a alguien le quedan dudas, entre “los mismos” no estamos los ciudadanos sino empresas multimillonarias.
Dejemos de lado el hecho de que nos están acorralando. Olvidémonos de que nos quedamos con menos canales de televisión, con menos oferta de entretenimiento o de que los contenidos se repiten hasta tal punto que, juro que es verídico, he visto a actores pronunciar su texto con desgana después de la trigésimo octava vez. Pasemos por alto todo esto, pero… ¿Qué pasa con la oferta informativa? ¿Qué ocurre con la pluralidad? ¿Qué va a ser del telespectador, ya de por sí alienado, aburrido y adoctrinado?
Lo que más me llama la atención es que sea el PP el partido que entra en este juego, más que nada porque a la hora de comunicar se muestra incapaz. Rajoy y compañía, y Aznar y compañía antes que ellos, no han sabido ganarse simpatías entre los medios de comunicación y las pocas que han tenido las han ido perdiendo. Sin embargo, el partido socialista tiene una legión de medios y periodistas que cantan sus alabanzas. Otros partidos han saltado algunas décadas y se están haciendo una legión de seguidores en los medios y pseudo-medios digitales; aquí la izquierda más radical cuenta con portales de ciencia ficción que tienen auténticos creyentes carente de otra fe.
La cuestión es que el PP, que vive últimamente cabreado con el mundo, sólo encuentra críticas positivas o elogios en los medios, programas o periodistas que siguen preservando su objetividad. Evidentemente, no todo lo que hacen los partidos políticos está mal, no fallan en todo, ni siquiera los grandes, pero para que eso llegue a la ciudadanía hacen falta reductos de información sin contaminar y periodistas que quieran, y puedan, analizar la verdad. Con el “televicidio” que comienza el 6 de mayo, estaremos más lejos de la verdad y, repito, me sorprende que el PP no vea que ellos son la fuerza política más vulnerable a la pérdida de la verdad y que están facilitando lo que les va a llegar.
Esto es lo que más me preocupa, cuando pienso en los consumidores de la televisión; es lo que más me preocupa cuando pienso en lo que va a ser nuestro entretenimiento. A la televisión, los programas concursos, las series, el cine… le cierran la puerta de Internet porque puede llegar a cualquiera. Ahora también le cierra la TDT por el mismo motivo. La única puerta que se les abre es la del pago por visión, las plataforma digitales y el todo en uno, pero que una empresa pretenda, según ellas darme comunicación, según mi parecer controlar mis llamadas fijas, móviles y lo que puedo y no puedo ver, es una pérdida de derechos y libertades mayor de lo que estamos calibrando. Como siempre, lo echaremos de menos cuando sea tarde para dar marcha atrás.
A lo largo de los años me he hecho con una colección de películas, grabaciones y series, que me aseguran el entretenimiento para el resto de mi vida, sin ser más repetitivo que lo que ya había en la pantalla. Ahora voy a centrarme en aumentar mi colección literaria porque, para aborregar al pueblo, es el siguiente paso, digo yo.
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