Lucía Ballesteros Ruiz
Conde de Orgaz , Señor de la humanidadLucía Ballesteros Ruiz Desde el pasado 13 de Marzo en Toledo se podrá admirar una de las exposiciones nunca vistas sobre la obra del Greco. Ciento veinticinco obras de las casi trescientas pintadas por el artista y que están repartidas por todo el mundo podrán ser admiradas en el Museo de Santa Cruz y en otros cinco edificios de la localidad toledana. Toledo tiene el privilegio de contar ente sus tesoros artísticos con uno de los lienzos más famosos del Greco: El entierro del señor de Orgaz, más conocido como El entierro del Conde de Orgaz. Óleo de estilo manierista pintado entre los años 1586 y 1588 para la parroquia de Santo Tomé. Gonzalo Ruiz de Toledo señor de Orgaz, hombre muy piadoso y benefactor de la parroquia de Santo Tomé, dejó ordenada en su testamento una manda que debían cumplir los vecinos de la villa de Orgaz: “páguese cada año para el cura, ministros y pobres de la parroquia 2 carneros, 8 pares de gallinas, 2 pellejos de vino, 2 cargas de leña, y 800 maravedís”. Transcurridos más de doscientos años desde su muerte, don Andrés Núñez de Madrid, advierte que los habitantes de la localidad han contravenido esa parte del testamento y reivindica la manda ante la Chancillería de Valladolid. Ganado el litigio con la suma obtenida desea hacer perdurar en la memoria de sucesivas generaciones la del señor de la villa y para honrar la capilla mortuoria encarga al Greco la ejecución de la pintura. El 15 de marzo de 1586 se rubrica el acuerdo entre el párroco, su mayordomo y El Greco. Firman también las condiciones de trabajo, en un lienzo se deberá pintar una procesión, cura y restantes clérigos realizando los oficios para enterrar a don Gonzalo Ruiz de Toledo señor de la Villa de Orgaz. Descenderán San Agustín y San Esteban para dar sepultura al cuerpo del caballero, el uno le sostendrá la cabeza y el otro los pies, con numerosos personajes asistiendo al acto y todo ello coronado con un cielo abierto de gloria. El pago se acordó en mil doscientos ducados no si antes haber sufrido altibajos y negociaciones varias. El cuadro simboliza las dos órbitas de la realidad humana: abajo la muerte, arriba el cielo, la vida eterna; y como máximo exponente de la vida de todo cristiano la figura de Jesucristo iluminado. Según la tradición cristiana el cuerpo vuelve a la tierra de donde nació a la espera de la resurrección. Ya no es la cárcel del alma sino la materia animada por el espíritu en espera de ser transformada en la resurrección. El duelo y la solemnidad presiden la escena, los personajes cariacontecidos y callados situados de forma desorganizada difieren de los personajes superiores que son todo orden y pulcritud. Dentro de los personajes de la primera fila destacan: El niño, no parece el lugar más apropiado y es normal que siga la ceremonia sin prestarle atención. San Esteban es el primer mártir de la iglesia y en su dalmática el Greco simboliza el propio martirio del Santo. El señor de Orgaz se encuentra personalizado con su armadura de acero bruñido y se halla ocupando el lugar central inferior del cuadro. Su ánima emerge en el cuadro como si de un gemido se tratase dispuesta a penetrar en el cielo por un camino de nubes. En la riqueza que el pincel del Greco ha utilizado en la armadura del caballero observamos como el artista ha dejado a un lado la sobriedad. Un cura con roquete, el cura que celebra el responso y los personajes que portan la cruz procesional completan los personajes de la primera fila. En cuanto a la fila de caballeros cada cual tiene su propia expresión. Unos siguen el rito funerario con interés y otros no. Entre ellos se encuentran clérigos, nobles y letrados y casi todos se corresponden con personajes contemporáneos. El cordón umbilical que sirve de vínculo de unidad entre el cielo y la tierra, es el alma eterna del señor de Orgaz, simbolizada en un feto transportado hasta el cielo por las manos de un ángel, mediante una especie de vulva materna que le alumbrará luz a la vida perpetua del cielo. La muerte se transforma así en un alumbramiento que camina hacia la luz eterna en donde tienen su morada los santos. Un compromiso lleno de dolor y a la vez colmado de esperanza. La parte superior del lienzo detalla la vida feliz de los que han alcanzado la gloria de Dios. Manifiesta un Jesucristo celestial, lumínico, ataviado de albino, exaltado como juez de vivos y muertos. Hacedor de la existencia y de la memoria de los hombres. Su justicia es misericordiosa como lo demuestra su rostro sosegado y su diestra que señalando a Pedro, jefe de su iglesia, le indica que abra las puertas del cielo para el alma del conde difunto. En este emplazamiento se percibe la solemnidad del momento representada por un ambiente nublado. Las imágenes corresponde a poetas y artistas y las formas acrecienta la perfección de lo moderno en extremo. La tonalidad fría y al mismo tiempo fuerte y resplandeciente del color y la luz indican la pertenencia a otro espacio. Cabe reseñar que la parte terrenal y celestial, se distinguen perfectamente ya que el Greco ha interpuesto entre ellas un símbolo de unión entre los dos planos, un crucifijo que preside el entierro. Al dar cabida a personajes reales coetáneos suyos, convierte el lienzo en la primera pintura de retrato colectivo de la historia del arte español. Otros estudiosos han querido ver en esta obra una composición clásica: los caballeros, perpendiculares en la tierra, serían el pilar de un atrio; sobre ellos, un frontón triangular que estaría compuesto por las nubes que convergen en el vértice del Padre. El cuadro presenta influencias tanto de la pintura italiana “Santos Entierros de Cristo” de Tiziano como del pensamiento del momento y la obra utópica y poética de la gloria celeste desde lo alto. Resulta curioso que el señor de Orgaz esté pintado una lujosa armadura y no cubierto con una sencilla mortaja o hábito de mendicante. Como también es extraño, que gracias al manierismo, no coexista profundidad en la escena, y o tengamos ni suelo, ni fondo ni conocimiento exacto de donde se representa la escena. Por su parte la luz sólo existe en la parte superior, en la inferior, esta luz proviene de las vestiduras. |
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