“El angelito anunciado llegó. Una niña preciosa, argentina, porteña, con todos sus encantos, rubia y de maravillosos ojos azules, que vino a nuestro mundo el 18 de septiembre de 1915, tomando en su bautismo los nombres de Elsa, Maria, Teresa, que durante su infancia nos deleitó con su extraordinario gracejo y agudo ingenio, causa de admiración de familiares y amigos que apreciábamos sus dotes artísticas innatas, finísimo oído musical, deliciosa vocecilla, perfecta entonación y sorprendentes dotes para la danza estilizada”.
Así describía, Telmo Vela, el nacimiento de su hija Elsa Vela Derosa. Aquella voz no se dedicó al canto, pese a tener virtuoso oído musical. Su perfecta dicción la puso al servicio de un medio que, por aquella época, empezaba a nacer: la radio.
Y lo hizo en Ciudad Real para deleite de todos los manchegos. Se adentró sin estridencias en sus hogares, con su modestia y , a la par, recio abolengo supo acompañar a las familias en los momentos más difíciles de nuestra historia: la Guerra Civil, la posguerra , la escasez.
Alegró las mañanas de las amas de casa, contó cuentos a los niños, apoyó cualquier iniciativa que pudiera ser una mejora para la ciudad. Ciudad Real agradeció su labor y dedicación nombrándola “Ciudadana Ejemplar” en 1991. El 11 de Diciembre de 1965, Elsa Vela, recibe la Medalla de Oro dentro de la Gala de los Premios Antena de Oro. Y José Luis Pécker, pionero en la SER la describió como “como “la mejor voz de la radiodifusión española”.
Aquella niña preciosa, argentina, porteña, con todos sus encantos, rubia y de maravillosos ojos azules hoy hubiese cumplido CIEN años.
Vaya para ella nuestro recuerdo más noble y nuestro agradecimiento más profundo por el legado que nos dejó y lo mucho que de ella aprendimos.
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