Con mucha frecuencia escucho en mis visitas de obra la expresión “bueno … no es para tanto, … ¡estamos hablando sólo de un par de centímetros!”.
La frase anterior suele ir apoyada con un lenguaje corporal propio del grupo de los iniciados, de los que saben de lo que hablan, de aquellos que manejan un lenguaje escondido y no escrito. Y bien podría ser cierta en algunas circunstancias pero, como casi todo en la vida, requiere algún matiz importante. Me explicaré.
Todo arquitecto debe tener asumido que en el replanteo de una obra, un par de centímetros pueden no ser significativos para la posición de un pilar, por ejemplo. De hecho, es una circunstancia tan habitual que encontrarse lo contrario es una grata excepción. Así mismo, que la anchura de un pasillo sea un par de centímetros por arriba o por abajo no suele ser cosa importante, y generalmente pasa inadvertido a la mayoría de usuarios.
Sin embargo, cuando pasamos de la planta a la tercera dimensión _esto es, a la altura_, la cosa cambia dramáticamente. Un desplome de dos centimetros en la altura de un pilar de manera aislada podría no ser significativo; sin embargo, si la desviación se fuera acumulando en plantas sucesivas y todos los pilares desplomaran en la misma dirección, tendríamos un edificio peligrosamente inclinado.
Pensemos por un momento que el tabique de nuestro salón estuviera desplomado un par de centímetros. Los cuadros que colgásemos estarían balanceándose inestablemente, al perder apoyo.
O pensemos en un descuadre de las carpinterías de casa de tan sólo un par de centímetros. No podríamos cerrar o abrir adecuadamente las ventanas porque permanecerían encajadas.
Por no hablar de la desagradable sensación que experimentamos al tropezar subiendo una escalera cuando alguno de sus peldaños tiene una altura distinta a la del resto. Nuestra mente, habituada a una cadencia espacial, tarda en adaptarse a ese par de centímetros inexperados y, para entonces, ya hemos dado un traspiés.
Pensemos, por último, en lo que pueden significar sólo un par de centímetros en el peldaño de acceso a un edificio. Para una persona con movilidad reducida como Ciri, con problemas de columna y que se desplaza en silla de ruedas motorizada, un par de centímetros pueden ser una barrera insalvable, la diferencia entre la inclusión o la exclusión social, la diferencia entre estar dentro o estar fuera.
Fidel Piña Sánchez. Arquitecto | www.fidelpina.wordpress.com
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