Federico García Lorca: cuando el duende se convierte en poesía

El género lírico, mayormente denominado como poesía, es observado tradicionalmente con reparo por parte de los lectores. Es cierto que algunos intentan acercarse a la poesía pero esta aproximación se produce con muchas reservas, comparada con la inmersión que se realiza en los géneros escritos en prosa

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Lunes, 13/10/2014 | Región | Portada, Sociedad, Cultura

 

El género lírico, mayormente denominado como poesía, es observado tradicionalmente con reparo por parte de los lectores. Es cierto que algunos intentan acercarse a la poesía pero esta aproximación se produce con muchas reservas, comparada con la inmersión que se realiza en los géneros escritos en prosa.

 

Quizás esta relación de los lectores con la poesía sea fruto de la composición del texto en forma de versos, con el número de sílabas perfectamente cuidado o con la musicalidad de la rima asonante o consonante, lo que despista en numerosas ocasiones al lector del que debería ser el verdadero foco de atención de las composiciones líricas: el contenido, que se encuentra reforzado por la forma, pero nunca condicionado.

 

“Poesía es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio”. Esta definición del género ilustra perfectamente esa magia que se esconde tras la combinación de palabras en la poesía, la cual se convierte en un espacio lúdico donde las reglas se rompen para dar paso al concepto frente al término, consiguiendo así destapar el alma de las palabras y transmitir el tema central del poema apelando a los sentidos, a las emociones.

 

Esta definición podemos disfrutarla hoy gracias al poeta español Federico García Lorca, que entendía la poesía de este modo y nos regaló su propio concepto de lo que supone el género de la lírica.

 

Federico García Lorca se encuadra dentro del Grupo Poético del 27, que estaba formado por una serie de poetas españoles que buscaban renovar la poesía en su plano estético para encontrar así una forma más directa y emocional de alcanzar el entendimiento del lector a la hora de interpretar el contenido.

 

En líneas generales, la poesía de Lorca puede calificarse como vanguardista, ya que se basa en los clásicos de la literatura hispánica para evolucionar después en formatos renovados que admiten una métrica variada, un simbolismo muy marcado o un excesivo cuidados de los aspectos formales de la poesía, a la par que se recupera a temática humana que huye del “yo” poético para priorizar los asuntos sociales y políticos.

 

Federico García Lorca es el autor de obras que forman parte del imaginario colectivo de nuestro país. Sin embargo, para entender a Lorca es necesario centrarse en sus primeras andaduras para convertirse en el artista que es considerado hoy en día.

 

Entre 1918 y 1921 se forja la personalidad de Lorca como poeta. Este autor deriva en el mundo de la poesía de manera casual, puesto que su verdadero interés durante la juventud era cultivar su faceta como músico, de hecho estudió con un reconocido profesor, discípulo de Verdi, y llegó a fundar la Sociedad de la Música en Granada. De este modo, la muerte del maestro y la negativa del padre de Lorca ante la posibilidad de trasladarse a París para continuar su formación musical son las claves para que hoy podamos disfrutar de este autor, ya que volcó toda su creatividad frustrada en el mundo de la música sobre el papel, concretamente en forma de versos.

 

El primer poemario de Lorca se publica en 1921, bajo el título Libro de Poemas. Esta colección de piezas deben considerarse casi como un accidente, fruto de la experimentación de juventud, algo que el propio autor reconoce en el prólogo: “sobre su incorrección, sobre su limitación segura, tendrá este libro la virtud, entre otras muchas que yo advierto, de recordarme en todo instante a mi infancia”. En este poemario encontramos un ensayo de la poesía de Lorca, que se configurará más adelante, adquiriendo una forma más personal y un contenido alejado del autobiográfico, para abrirse a la visión social y cultural.

 

La variante popular de este poeta se refleja con maestría en Romancero Gitano y Poema del Cante jondo. En estas obras, Lorca retoma la poesía tradicional castellana y el folclore andaluz, a la par que hace uso del simbolismo y la metáfora, sobre todo, en el Romancero Gitano, obra que traslada el universo de esta etnia y que dará, a partir de entonces, mucho juego en la producción literaria del autor.

 

 

El tiempo va sobre el sueño

hundido hasta los cabellos.

Ayer y mañana comen

oscuras flores de duelo.

 

Este extracto de La leyenda del tiempo, refleja ese estilo propio del cancionero que tanto trabajo Lorca y que, posteriormente, fue adaptado al plano musical por artistas tan reconocidos como Camarón o Paco de Lucía.

 

Poeta en Nueva York es la obra que escribe el poeta durante su estancia en aquel país durante 1929. El surrealismo rezuma en cada verso de los poemas que componen este libro que, además, pretende ser una metáfora del desarraigo del mundo occidental, que convierte a los individuos en seres solitarios, presos del ostracismo y el caminar decrepito.

 

A pesar de su temprana muerte, debido a su fusilamiento nada más empezar la Guerra Civil en 1936, Lorca nos deja un legado importante no solo en el género lírico, sino también en el ámbito teatral, con obras como La casa de Bernarda Alba, ámbito teatral, con obras como La casa de Bernarda Alba, Yerma o Bodas de Sangre.

 

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