“Una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas; y esto, como veis, deja sin resolver el gran problema de la verdadera naturaleza de la mujer y la verdadera naturaleza de la novela. He faltado a mi deber de llegar a una conclusión acerca de estas dos cuestiones; las mujeres y la novela siguen siendo, en lo que a mí respecta, problemas sin resolver. Mas para compensar un poco esta falta, voy a tratar de mostraros cómo he llegado a esta opinión sobre la habitación y el dinero”
Virginia Woolf: el punto de inflexión en la Historia de la Literatura femeninaObjetivo CLM - Alba Expósito “Una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas; y esto, como veis, deja sin resolver el gran problema de la verdadera naturaleza de la mujer y la verdadera naturaleza de la novela. He faltado a mi deber de llegar a una conclusión acerca de estas dos cuestiones; las mujeres y la novela siguen siendo, en lo que a mí respecta, problemas sin resolver. Mas para compensar un poco esta falta, voy a tratar de mostraros cómo he llegado a esta opinión sobre la habitación y el dinero”.
En 1929, año de publicación del ensayo titulado Una habitación propia, las mujeres no gozaban aún de una independencia económica y personal que las permitiera desarrollarse como individuos. Virginia Woolf ofreció un ciclo de conferencias que se recogen en esta obra, situando como epicentro argumental la relación entre las mujeres y la literatura.
La autora británica pone de manifiesto en este ensayo una situación que, salvando las distancias, puede extrapolarse a nuestros tiempos, pues la vigencia de un mundo dominado por los hombres obliga al género femenino a adoptar una postura de constante lucha y reivindicación para desarrollarse en igualdad de condiciones con respecto a los hombres, para lo cual cualquier mujer necesita, indudablemente, una independencia personal y económica, es decir, lo que la autora asocia metafóricamente con el espacio que ofrece una habitación propia.
Virginia Woolf recibe una formación académica muy enriquecedora, ya que proviene de un seno familiar acomodado, encabezado por un padre erudito en el área de la Historia y las Letras que procuró que tanto Virginia como su hermana se educasen en casa, a base de clases particulares impartidas por grandes profesores que las introdujeron en la Historia de la Literatura Inglesa.
Las buenas relaciones de la familia de Virginia Woolf, provocaron que las reuniones de literatos y eruditos fueran asiduas en el domicilio de la autora, que supo exprimir al máximo sus contactos con figuras de la talla de Henry James o James Russel Lowell, padrino honorífico de Virginia Woolf. De este modo, esta escritora logró convertirse en parte de la Historia de la Literatura Universal, regalándonos hoy gran parte de sus novelas y ensayos.
La literatura de Virginia Woolf esconde una tendencia del todo intimista, pues experimentó con una forma de narrativa muy peculiar que en aquella época no había sido nada explotada; el monólogo interior del personaje. Esta técnica narrativa ofrece al lector la posibilidad de adentrarse en el plano psicológico de los personajes que desarrollan la acción de la novela, aportando con esto Virginia Woolf un nuevo parámetro literario, hasta entonces poco o nada trabajado, que no necesita a un narrador que explique las circunstancias que envuelven al personaje.
Virginia Woolf buscó siempre alumbrar esa realidad interna que no apreciamos a simple vista, pero que se oculta en el interior de cada persona. De este modo, esta profundización en el discurso interno de los personajes era, sin duda, la vía adecuada para reflejar, muchas veces, sus propios pensamientos e inquietudes, que escondía en sus creaciones literarias, como ocurre en La habitación de Jacob, Las Olas o Al faro, novela en la que plasma sus experiencias durante las estancias vacacionales cerca del faro de Godrevy, junto a su familia.
Esta intención es reflejada en la reflexión de Virginia sobre una de las tareas esenciales del novelista:
“La vida es un halo luminoso, un envoltorio semitransparente que nos rodea desde el principio de la conciencia hasta el final. ¿Acaso no es tarea del novelista transmitir este espíritu variable, ignoto e indefinido, por muchas aberraciones o complejidades que ello pueda acarrear, con tan poca mezcla de lo ajeno y de lo externo como sea posible?"
Virginia Woolf posee una trayectoria literaria muy prolífica que la sitúa como un referente en la literatura femenina, ya sea como novelista, con novelas tan destacadas como La señora Dalloway, Flush, Los años o Tres Guineas, en la que condena el fascismo. Además, también puede ser considerada poeta, ensayista, dramaturga e incluso editora, pues creó junto a su marido una pequeña editorial.
La mente de Virginia Woolf no solo escondía un filón importante para la creatividad y la imaginación, sino también un atisbo de locura que ahora, muchos estudiosos, relacionan con la depresión crónica o la bipolaridad. Esta situación enfermiza estalló con la muerte de la madre de la autora y, posteriormente, experimentaba episodios con cierta regularidad.
“Siento que voy a enloquecer de nuevo. Creo que no podemos pasar otra vez por una de esas épocas terribles. Y no puedo recuperarme esta vez. Comienzo a oír voces, y no puedo concentrarme. Así que hago lo que me parece lo mejor que puedo hacer”.
Así se despidió de su marido en una carta, como hizo también con su hermana, antes de arrojarse al río con varias piedras en los bolsillos para dejar que su vida, pero no su obra, fuese arrastrada entre las aguas. |
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