Con un 2023 apasionante en lo concerniente a elecciones hay que plantearse más circunstancias. Para algunas personas el cambio político es algo principal. Más allá de todo eso, y más allá de ideologías democráticas, lo principal es el modelo de entender la política. Más importante todavía si cabe es entender el mundo en el que vivimos. Soy consciente, no va a ser una columna quien cambie el mundo. Sólo me conformaré con que su lectura ayude a reflexionar.
En pleno siglo XXI negar determinadas situaciones es taparse los ojos ante las evidencias. Lo sucedido en el colegio mayor es el reflejo de un machismo intrínseco en la sociedad que todavía hoy en día no se ha erradicado. No va de clases sociales, aunque ahora se focalice en una, sino en una concepción sobre la situación social del hombre y la mujer. Para remediar esa lacra no vale sólo con políticas de igualdad, sino que se debe implementar un plan de educación para concienciar a la ciudadanía. Para ello se necesita la labor social de todos los grupos políticos que crean en la concepción de progreso. No hablo sólo de las fuerzas de izquierdas, sino de todas las fuerzas que consideren que aunque su concepción social es tradicional la sociedad debe tener la opción de ser libre.
Vivimos en una sociedad superficial. Instragram y las diferentes redes sociales, donde todo se resume en visitas o “likes”, han puesto de manifiesto que desde el anonimato se puede perseguir, persuadir y conseguir que una persona tenga dolencias mentales. Más allá de todo eso, la política va avanzando poco a poco, pero no lo suficiente. La sociedad por otra parte se divide entre quienes lo niegan, otras personas lo omiten a conciencia, hay quienes juzgan a esas personas de “blandengues”. Quienes lo sufren por un lado temen acudir a terapia por qué dirán de ellos, hay personas que acuden pero lo niegan y últimamente, cada vez más personas, acuden y exponen su experiencia. Una vez más no sólo es la política y la sociedad quienes deben ser partícipes de esta evolución, la educación debe ser el tercer pilar en este asunto para normalizar la necesidad de la terapia y para eliminar todo tipo de prejuicio respecto a esta situación.
La política no puede ser un refugio de las personas sin objetivos. La sociedad tampoco es un lugar para ir haciendo el mal. Los momentos oscuros vienen solos, la vida, al igual que la Tierra, da muchas vueltas y giros inesperados, por lo tanto sólo serán nuestros actos y nuestras acciones las que reflejaran la verdadera esencia de nuestro ser.
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