Qué buen plan para cualquier momento del verano, qué ganas pensar en la playa, en el sol, la brisa marina. Ese baño refrescante, esos momentos de juego, risas y despreocupación. Seguramente vienen a la mente instantes de bienestar para la gran mayoría de los lectores, pero para otros no tanto. Algunas personas viven como un momento de angustia y desazón tener que ponerse el bañador y aligerarse de ropa, exponerse a la vista de los demás y al supuesto juicio de su aspecto físico. Para determinadas personas, un día de playa o de agua en cualquier laguna puede representar una prueba parecida a un examen frente a la cual se activa un cierto malestar.
Existen ciertas diferencias frente a esta cuestión: las personas que perciben su imagen de forma distorsionada y se ven mal, independientemente de cual sea su peso o forma; otras personas inseguras que se sientes incómodas por lo que pensarán los demás de ellos o ellas o los más jóvenes –chicos y chicas- que sienten la amenaza de los ojos de los demás.
En un día de playa hay otras tipologías de personas con las que nos podemos encontrar, como esa persona que no deja de estar pendiente del teléfono móvil, pendiente del trabajo y de sus ocupaciones diarias, que cómo vivimos en constante conexión, cree que puede compatibilizar las vacaciones con el trabajo. También los que hacen fotos para compartir cada momento en las redes sociales y no son conscientes de que, mientras lo capturan todo para compartirlo con otros, no saborean el instante que están viviendo y lo pierdes.
Otros se dedican a observar a los demás, sean quienes sean, a los que caminan por la orilla, a esas parejas que están a lo suyo, a los que juegan en el agua, a cualquiera menos a los que tienen cerca. Y también hay familias que están al completo, a lo suyo, como si no hubiera nadie mas en la playa, cómo si hubiesen adquirido un trozo de ese terreno y lo invaden con todo lo necesario para disfrutar ese día y dejan todo esparcido en su espacio y más allá.
Un día de playa da para todo lo que quieras y tal vez más, pero tal vez hay algunas cuestiones que puedes tener en cuenta y reflexionar, ¿qué esperas de tu días o días de playa? ¿qué necesitas para sentirte a gusto y disfrutar de ese momento? ¿Qué te va a preocupar cuando saltes a la arena y te quedes en bañador?
Prepara tu día de playa no solo pensando en la toalla y la sombrilla, sino también en lo que va a representar para ti en cuanto a tu bienestar y disfrute.
catalinafuster.com | Psicóloga y Coach
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