La vida es el camino que uno mismo crea paso a paso, éste se cimienta con las decisiones que vamos tomando en el transcurrir de ella mima. Estas decisiones serán las que dictaminen la calidad de tu propio camino, un camino que será recordado, para bien o para mal.
Algo así sucede con la historia. Ésta es el fiel reflejo de las decisiones sociales que el propio pueblo toma. El propio Adolfo Suárez afirmaba que el futuro no está escrito, porque sólo el pueblo puede escribirlo. En esta tesitura podemos ver la evolución social de cada país en cada época y podemos observar las diferentes formas de afrontar los problemas sociales, políticos y económicos dependiendo el país que sometamos a estudio.
El compromiso social sólo debe responder al beneficio común, nunca al beneficio propio. En el caso de responder la acción social al beneficio propio la resolución está clara, no se conseguirán los objetivos comunes para conseguir una sociedad más igualitaria y equitativa. Los problemas sociales, así como las injusticias afectan al conjunto de los ciudadanos, de no existir una implicación conjunta nunca serán resueltos.
España es un fiel reflejo la segunda opción. No existe una complicidad social entre los diferentes sectores sociales. Todas las protestas son legítimas y sus objetivos son claros y necesarios, pero no dejan de ser unas protestas aisladas y parciales, algo que resta trascendencia social.
Hace poco vimos manifestarse a los cuerpos de seguridad del Estado por una equiparación salarial. En ella no encontraron el rechazo de sus compañeros ni de sus homólogos que no la secundaron, tampoco encontraron el respaldo social de otros colectivos, quizás por estar siempre en el otro lado de la manifestación. Ayer vimos en Cataluña las protestas de bomberos y médicos, aislados y cada uno haciendo la protesta por su lado, una división que facilitó la labor de los Mossos.
Transportistas quejándose de la subida del carburante, trabajadores protestando por un salario digno, pensionistas reclamando una pensión digna, estudiantes manifestándose por los recortes que se han sufrido y se sufren en las universidades, autónomos mostrando su descontento ante el acoso de los diferentes Gobiernos… todos reclamando sus derechos, todos legítimos y necesarios, pero cada uno haciendo la guerra por su cuenta, siendo todos perdedores por tal desorganización social.
En los últimos casos no sólo se sufre la desorganización, sino también la oposición de los cuerpos de seguridad del Estado que se prestan a defender a quienes no se dignan a equiparar su sueldo. Una vez más nos falta visión de conjunto. En una sociedad donde cada sector lucha sólo y exclusivamente por sus intereses hace que la fuerza social se convierta en una debilidad fragmentada.
Nos ofenden actos simbólicos, letras de canciones… pero la vulneración de los derechos parece ser que no es motivo suficiente para aunar fuerzas y luchar por unos objetivos sociales mínimos y comunes. Así es como se perpetúa un poder establecido que al final nos repercute a todos.
Si nos centramos a nivel internacional el ejemplo más claro está en Siria. Nos quejamos y argumentamos de manera muy soez y bruta la idea de que no todos los refugiados caben en Europa, pero no analizamos que nuestras quejas no deben ir encaminadas a quienes abandonan sus casas y su país, algo que no desean, sino que debemos mostrar el rechazo a esos países que hacen la guerra allí por puros intereses económicos. Una guerra que hace que el exilio forzoso sea la única salida, muchos piensan que vienen a robarnos, pero no, vienen con el dolor de abandonar su tierra. Es nuestra ceguera la que nos impide ver que los refugiados no quieren venir, quieren vivir en su tierra, pero la guerra no entiende de vidas, sólo entiende de dinero. Esos mismos que tiran bombas son instigadores del miedo sobre los refugiados.
El 25 de noviembre fue el día contra la violencia machista, hay quien todavía piensa que es algo que sólo afecta a las mujeres, quien de verdad crea eso es un mero cómplice de tal atrocidad. La lucha por la igualdad social, económica y profesional entre el hombre y la mujer es algo que nos afecta a todos por igual y la postura debe estar clara, siempre en contra del maltrato y de la desigualdad.
La consecución de los derechos siempre se ha conseguido con una sociedad unidad y con unos objetivos claros y comunes.
Nada por la fuerza, todo en la calle.
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