A veces la vida nos pone a prueba. Caminamos siempre entre dos líneas, intentamos hacernos los estupendos, buscamos ser abanderados de diferentes causas, normalmente por modas y con ello eclipsamos el trasfondo del objetivo. A lo largo de la evolución interna de cada uno vamos creciendo y con ello asentando nuestros pensamientos e ideales, a veces sufren cambios, otras veces sólo se reafirman, pero lo más importante es que sepamos cual es el objetivo de aquello que defendemos.
El 8 de marzo tendrá lugar una huelga feminista, no han faltado políticos que han salido para hablar de ella, unos para unirse otros para decir que no se unen, que son feministas pero que sólo serán 4 radicales antisistema y que por eso no la secundan, no vaya a ser que al final consigan parte de su objetivo. En definitiva unos apoyan y otros simplemente buscan ya entrevistas para lavar el ridículo que políticamente están haciendo.
He compartido en mi perfil ya de manera resumida mi postura sobre la huelga. No es que sea muy diferente a la que llevo años defendiendo, aunque eso sí ahora desde un altavoz más grande.
En realidad la defensa a la huelga es un punto primordial en mi visión de país democrático, o mejor dicho, avanzado. La vida es algo más que eso que pasa mientras trabajamos cuando vamos perdiendo nuestros derechos.
El 8 de marzo debe marcar un antes y un después. Debe ser el comienzo del camino cuyo objetivo es la igualdad entre todos los géneros. Algo que deben concienciarse los propios políticos, no sólo en los salarios, sino en todos los ámbitos, porque al fin y al cabo, aun siendo diferentes géneros hay algo que está por encima de ello y es que todos somos personas. Da igual el órgano reproductor de cada persona, da igual su orientación sexual, da igual su forma de vestir, todos somos personas y por tanto todos deberíamos ser iguales. No vale con decir “por ser madres, hermanas e hijas”, porque si el objetivo es la igualdad para esos tres casos, sinceramente sería bajarlas de categoría.
Este 8 de marzo no es una huelga a la que sólo asistan mujeres, aunque sean quienes encabecen las manifestaciones, los hombres también pueden asistir para apoyar la igualdad. Como bien he dicho ya en más de una ocasión cuando se hace una huelga se hace para desestabilizar de tal manera, que quienes día a día explotan a los de abajo, sepan que el poder que tienen es efímero si todos nos unimos. Nadie en cualquier huelga de camioneros, mineros, fabricantes… se le ocurre ocupar el puesto laboral de los huelguistas para que no se note el parón laboral, por eso y a pesar de lo que nos quieran hacer ver, ninguna persona que no secunde la huelga debe ocupar el puesto de un o una huelguista, de hacerlo será cómplice de quienes favorecen la desigualdad.
Pero hay dos aspectos que me entristecen, uno más que otro. El primero es ver como los que venían a regenerar la democracia, que se dejan barbita, que no se perfuman con Brummel, los “chupiguais”, son capaces de decir tantas barbaridades y en gran medida por mediación de mujeres. Una ideología vacía que sólo se basa en hacer lo contrario que mis adversarios políticos, sin importar la pérdida de derechos. Pero no me duele mucho ver como se hace tal ridículo pues al final aquello que está vacío tampoco causa tanto daño. El verdadero daño para una persona que cree en la igualdad es el que producen determinadas políticas centrándose sólo en aspectos superficiales. Me explico. No soy defensor de que una mujer no pague en una discoteca y un hombre sí, me parece usar a la mujer como ganado para atraer a los hombres. Pero en realidad eso no es una cuestión de los políticos, es una cuestión social, cuando una mujer vea distinción de precios por ser de un sexo u otro es ella misma la que debe no pasar, vivimos en una sociedad que todos nuestros actos tienen sus consecuencias y a día de hoy tenemos la suficiente información para saber el motivo de la variación de precios en la entrada dependiendo del sexo. Una política por la igualdad debe centrarse en establecer cauces y leyes para acabar con la brecha salarial, para establecer unos cauces legales para la igualdad en todos los aspectos social y no centrarse en si una palabra acaba en “a” o en “o”.
Así que dejémonos de tonterías, que lo importante no es el final de una palabra, lo importante es el/la compañero/a al oído le diga a una compañera denuncia el acoso que yo te apoyo, que si existen dos personas desempeñando el mismo puesto de trabajo deben cobrar lo mismo y que los tiempos deben de ser iguales sin importar el género, somos personas, somos humanos, somos iguales.
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