Es difícil abordar el artículo sin que la persona que vaya a leerlo empiece ya con prejuicios. No vamos a adentrarnos en un debate teológico sobre la existencia o no de Dios. Lo relacionado con la fe va en el duro camino interior de cada persona. Pero como católico lo más doloroso es ver como quienes se hacen adalides de los valores cristianos son los que más alejados de Cristo están.
La vida es corta, lo fácil es dejarse llevar sin más y aceptar lo que nos venga, pero la realidad es que hay que ser valientes. Dar un paso al frente como cuando Jesús se enfrentó en el templo a los mercaderes que habían mancillado el hogar de su Padre es lo dificil. Callarse sólo es el modo de creer que no somos culpables, pero la realidad es que somos cómplices de burdas actitudes. Por eso la conciencia debe andar tranquila, nadie sabe que habrá el día de mañana, pero al menos en nuestro círculo seremos recordados por ser cómplices de atrocidades o por habernos puesto de frente.
Estos días he visto como gente que dice ir a misa ha criticado a una chica de cruz roja por abrazar a un extranjero. He visto como la derecha aplaudía los ataques de Israel a la población civil de Palestina. Incluso hemos sabido que el líder de la oposición, muy español y mucho español, se reunió con partidos políticos marroquíes que quieren la anexión de Ceuta y Melilla.
Entiendo que derribar un Gobierno es más importante que su amada España. Aunque en realidad su patria se reduce a pulseras y banderas, mientras el dinero descansa en Suiza.
Aun así siguen yendo a misa, creen que Dios les perdonará sus actitudes, pero sobre todo creen que la sociedad es tonta y se pueden reír de ella. Creen que, igual que los Aliados, podrán callar y hacer caso omiso, como hicieron, a las locuras de un genocida como Hitler, sin embargo ese peso siempre recaerá sobre ellos.
En política, igual que en la vida, lo fácil es estar al lado de los poderosos, de quien tiene armas. Es legítimo. Así lo hace el capital. Pero por favor no se llamen cristianos. Llámense otra cosa. Jesús estaría del lado de los palestinos, al lado de las personas que son usadas como chantaje y modelo de presión a España. Lo volverían a crucificar, seguro. Pero nunca estuvo del lado de los poderosos, Jesús dio un paso al frente para combatir la injusticia. Ese es el mejor legado que nos dejó, que si un día existe aquello en lo que algunos creemos no estaremos en el mismo sitio que esa sociedad cuyo único dios es el dinero.
El capitalismo, nos dicen, que es el modelo idóneo. Resulta que es el modelo que no invierte en países subdesarrollados porque necesita mano de obra barata, no ataca a monarquías teocráticas que utilizan la vida para presionar a países, calla ante el genocidio del pueblo palestino y privatiza todo.
Este Gobierno se ha equivocado en muchas cosas, se equivocará seguramente. No es perfecto y aun así ha hecho frente a una pandemia y a un chantaje migratorio. Aun así va solventando los problemas y avanzando en los derechos sociales. La derecha y los residuos dictatoriales se han centrado en escupir bilis y bulos, negociar con la venta de territorios españoles y enfrascados en episodios judiciales que señalan, presuntamente, que se han llevado el dinero fresco y a Suiza. Al final la patria para la derecha no va a ser España y el Dios no será el cristiano, sino que todo se reducirá al dinero.
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