Recientemente hemos conocido la condena al juez Alba. Seis años y medio de cárcel por conspirar contra Victoria Rosell, además de una indemnización económica. Otro escándalo que hay que añadir es la persecución inquisitorial y consiguiente retirada del escaño de Alberto Rodríguez.
Estamos asistiendo al caso Kitchen, donde presuntamente se utilizó a la policía para espiar al ex tesorero Luís Bárcenas tras el escándalo de la Caja B.
En cada escándalo de los primeros que he señalado corrieron ríos de tintas acusadoras y hubo horas y horas de presuntas acusaciones. Sin embargo cuando se demostró la inocencia de Rosell, y por consiguiente la mala actitud del juez Alba, que le ha llevado a una condena firme, los ríos de tinta que han corrido han sido menores, las horas de persecución desde la derecha han sido menos. Han vuelto a tomar la actitud de no hablar y así algo quedará de aquel bulo.
Esta semana hemos visto a los principales líderes de la derecha, y a un Paco Núñez siempre al rebufo, manifestándose con el sindicato de policías. Esta semana Casado ha estado en un congreso del sindicato de policías, manteniendo una tesis falsa. Manifestación, que al igual que cuando se manifestaron los poderes fácticos de la educación, se hizo bajo unas premisas falsas como bien se han ido desgranando en diversos medios.
La democracia es el mejor sistema político, pero para que sea garantista debe ser respetada. No se pueden maltratar las instituciones con estas actitudes para luchas políticas. Cuando hablamos de independencia no sólo debe ser teórica, sino también práctica. Sólo así puede conseguirse una sociedad más igualitaria y equitativa. Bien es cierto que toda persona tiene su propia ideología, consecuencia de su formación, tradición familiar o posición económica, sin embargo debe haber unos engranajes institucionales que controlen y vigilen el cumplimiento de dicha independencia.
Sin embargo últimamente nos hemos acostumbrado a que todo valga para derrocar al rival político. Ya no se libran batallas intelectuales en el Congreso, en círculos, teatros, liceos… ahora se invierte en medios como el de J. Negre, Losantos… con el objetivo de que constantemente mientan o tergiversen en el mejor caso. Así pues vemos como el medio de Negre se desplaza a Puertollano en un congreso de los populares para atacar al Gobierno con manipulaciones y con un concejal popular como cómplice. Que ya es triste ser cómplice con ese medio para encima hablar mal de su propia localidad, ¿eso quiere a su municipio? ¿Qué dirá en la próxima campaña si vuelve a presentarse?
Sin embargo ese tipo de actitudes no debe sorprender en la bancada azul. El presidente Casado se paseó por Europa hablando mal de España y del Gobierno para torpedear la llegada de los Fondos Covid. Núñez se pliega ante el PP nacional respecto al trasvase y cada vez que Casado viene a Castilla-La Mancha ese es un tema vetado. Porque su política es la de Atila, quemar todo por donde pasan si de ello sacan un ápice de poder.
Desde la primera Constitución española (La Pepa) en España ha habido muchas corrientes ideológicas. Unionistas, cantonalistas, absolutistas, conservadores, carlistas, progresistas, liberales, comunistas, socialistas, republicanos, monárquicos… unos han usado más la fuerza que otros para instaurar sus ideas, pero en los periodos democráticos de la historia más reciente siempre se debatía desde el intelecto y defendiendo el bien común por lo general. Aunque no es menos cierto que siempre hay una ideología que defiende el interés de unos poquitos, pero al menos lo mostraban abiertamente porque suelen ser los que acaban usando la fuerza para derrocar cualquier gobierno que avanzara en la consecución de libertades y derechos. El Partido Popular actual y VOX no dejan de ser la versión descafeinada de la falange, carlistas y conservadores más intransigentes de siglos pasados.
Si, señorías, la historia siempre se repite, no avanzamos, el problema es que en la actualidad encima la postura de la derecha/conservadores es más ruin que nunca.
No todo vale pare llegar al poder, no se puede vender el alma al diablo por cualquier liderazgo o por llegar al poder.
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