Los ciudadanos españoles estamos acostumbrados a que nos tomen el pelo. Sobre todo si hablamos en términos políticos. Se puede culpar a los propios políticos. No es menos cierto que gran parte de culpa la tienen ellos. Pero no es menos cierto que otra gran parte de la culpa la tenemos nosotros. Acudimos a las urnas sin preparación política, sin un espíritu crítico y por supuesto con las siglas grabadas a fuego.
España es un país precioso geográficamente. Imperfecto social y políticamente. Seguro que como el resto, pero lo que nos importa es aquello que nos afecta. Sé que muchos dirán que son apolíticos o que la política es aburrida. No sé qué tiene de aburrido algo que maneja nuestros derechos y nuestros deberes. Pero lo cierto es que existe una comodidad política en la sociedad que se refleja perfectamente en el Congreso.
Como en el año 2015 el panorama político es variado. Me remonto a tal año pues voy a defender algo que ya defendí entonces. La incapacidad de nuestros políticos para dialogar parece ser obvia. Vetos, cordones sanitarios, intereses personales, egoísmo… por una cosa u otra lo cierto es que llevamos meses de parálisis política. Eso sí para subir salarios, pagar finiquitos, vacaciones y demás privilegios sí se llegan a acuerdos. Lo normal o lo vulgar es decir que no cobren el tiempo que España está en parálisis política. Lo difícil es decir como dije en el 2015, la ley electoral debe cambiar. Vamos a segunda vuelta.
Me explico. No voy a entrar en la modificación de la ley electoral en cuanto a la repartición de diputados y la proporcionalidad que tanto se ha debatido. Me quiero centrar en la elección del presidente. Puesto que como decía la capacidad para llegar a acuerdos es nula, quizás la solución sería una modificación de la ley para que en segunda vuelta los ciudadanos elijan sólo al presidente entre los dos más votados.
Sigo explicándome. Al igual que en el año 2015 la sombra de unas segundas elecciones está presente. Espero que esta vez no se lleven a cabo. Por aquel entonces ya dije que en vez de ir a elecciones por qué no se modificaba la ley electoral para que existiese una segunda vuelta. En ésta la ciudadanía votaría entre los dos candidatos más votados. En el 2015 fueron Rajoy y Sánchez. Ahora son Sánchez y Casado. Todos los partidos mantendrían la representación parlamentaria que las urnas le dieron en la primera vuelta, pero el presidente sería elegido por urnas y no tendría las manos atadas a los posibles socios de investidura.
De esta manera el presidente elegiría su Gobierno y decidiría si es monocolor o no, pero sabría que toda ley, propuesta y demás debería ser negociada con los diferentes grupos políticos. Para bien o para mal el nuevo Gobierno no tendría ataduras a socios, pero sabría que necesitaría de todos para aprobar las leyes.
Revolucionario o no es una alternativa a esta política que solo mira al cortoplacismo. Así el poder se repartiría de mejor forma. El Gobierno quizás pierda una parte de poder, pero lo ganaría el Congreso que en definitiva es de lo que se trata.
Por regla general nos acordamos de la política cuando no tenemos otra alternativa. Preocuparse durante años para estar informado resulta quizás aburrido, como algunos dicen. Pero la ciudadanía no sólo tiene derechos, sino también deberes. Controlar de manera social a los políticos es un deber que todos debemos desempeñar. Tener un espíritu crítico ayuda a ver más allá de siglas o personas. Pero sobre todo ayuda a que no nos engañen con banderas, himnos y noticias falsas.
España será lo que los españoles quieran que sea, pero para ello los españoles no deben ser aquello que los políticos quieren que seamos. Adoctrinados.
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