Como siempre para muchos lectores mi análisis llegará tarde, para otros simplemente llega en el momento justo, una conclusión sobre un determinado asunto debe llevarse a cabo una vez reposada la información. Antes de seguir con mi artículo de opinión debo de pedir disculpas tanto al ganado porcino como a quienes desempeñas la función de cuidarlos. Por otro lado debo reprochar a determinados sectores, que no nombraré, la falta de lucha o su complicidad con lo peor de esta sociedad.
Estupefacto llevo escuchando días y semanas sobre las andadas de “la manada” en San Fermín o en Pozoblanco. Es triste ver como unos chicos jóvenes pueden llegar a tal extremo, ese tipo de presuntas vejaciones o actitudes deberían marcar un hito en esta guerra por la igualdad entre géneros. Seré raro, pero lo que más me ha impactado no son los horribles y malsonantes mensajes que se han publicado del grupo, lo que me ha entristecido es la actitud de algunos analistas sobre el asunto y lo que me desgarra, que también me ayuda a comprender el motivo por el que algunos tienen trabajo en determinados medios, es la falta de lucha frontal y cierta complicidad con esos energúmenos.
Quizás el grupo debería empezar a llamarse “los cobardes”, porque entonces no tiene sentido el nombre con sus actos. Piden respeto y privacidad, imagino que la misma que han promovido poniéndole un detective privado para que persiga a la chica. Aun así, a pesar de superar sus traumas iniciales, como bien dicen los profesionales, resulta que si amigos/as y familiares te ayudan para salir adelante y meses después intenta hacer vida normal encima aparece señalada. Perdonarme pero no.
Me jode, y perdón por la palabra, el cierto mutismo existente en el sector masculino de los medios sobre este asunto. Quizás crean que eso no va con ellos, al igual que la guerra de Siria no va con nosotros, pero conmigo si va. Me molesta ese silencio porque somos nosotros los hombres los que más tenemos que reprochar a esas actitudes porque generan un odio hacia todos generalizado. Un odio que yo no pienso compartirlo, no me valen excusas, esas conductas son deleznables, delictivas y sobre todo hacen que quien las perpetre pierda el derecho a su privacidad porque quienes las llevan a cabo no respetan la privacidad de sus víctimas.
Un ejemplo admirable es el gráfico de Santiago Segura en twitter, no valen excusas para escurrir el bulto, los culpables de una violación son los violadores. Quienes intentan mirar la vestimenta de la víctima, el grado de alcohol del violador u otras tantas cosas son cómplices y deberían ser condenados igual.
Da igual si el vestido es corto o si el escote es muy grande, da igual si has bebido mucho o poco e incluso no vale la excusa de que te querían frenar para no llegar a más. No son excusas, son motivos cómplices. Si una mujer decide llevar falda corta o escote grande, ole por ella. Si has bebido demasiado pues nada a casa y a dormir la mona. Si una chica decide frenarte y no llegar a más, te jodes y te vas con el “calentón”, no iba a ser el primero ni el último hombre que se va con el calentón. Pero forzar no es la consecuencia directa de ninguna de esas cosas, es un problema de una mente enferma.
Ya está bien de este silencio, no seamos cómplices, que por culpa de 5 cerdos de bellota pequeña y alma cobarde no nos metan a todos los hombres en el mismo saco.
Piensen en hijas, hermanas, sobrinas, ¿tendrían la misma pasividad? Imagino que no, pues piensen en el calvario que puede ocasionar no sólo la situación en una joven de 18 años, sino que encima se sienta perseguida y señalada por una sociedad que pone en duda todo. Que muchos señalen la ropa y otros motivos como causa de dicha acción solo muestra lo que nos cuesta evolucionar y abrir nuestra mente.
Yo no quiero ser cómplice.
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