Cuando se dieron los resultados de las elecciones generales todos los que nos dedicamos a analizar la actualidad política nos quedamos atónitos. El Congreso quedaba configurado de tal manera que ya se preveía una difícil gobernabilidad. Aunque es cierto que la única opción que quedaba era la unión de todos los partidos que tenían como vector común su oposición a Partido Popular y VOX. Sin embargo no era menos obvio que Junts pondría difícil la unión de dichos partidos.
Junts junto con ERC cimentaron su apoyo a la investidura socialista sobre el objetivo de la amnistía. Es cierto que los republicanos, no sólo en esta legislatura, han demostrado tener una capacidad negociadora superior a la de Junts. Los antiguos convergentes son actualmente unos anti sistema y radicales. Sin capacidad negociadora y siendo fieles defensores del egoísmo. O se hace lo que ellos quieren, y piden, o no hay acuerdo. Ambos partidos independentistas consiguieron que Pedro Sánchez, con muchos pesares, hablase de la amnistía como eje central de volver a la normalidad. De la necesidad, de ciertos votos, harán virtud.
La realidad es que un servidor es defensor de que cuando surge un problema de calado político debe solucionarse de manera política y no judicialmente. Aunque discrepe de la manera en la que el Gobierno ha llegado a la amnistía no quiere decir que no sea partidario. Sin embargo con las votaciones recientes a la ley de amnistía queda claro una cosa, a Junts no le importa nada los miles de encausados por el procés, sólo le importa el círculo más cercano a Puigdemont. Esta actitud la tendrá que justificar desde ahora hasta que lleguen las elecciones catalanas. Los ciudadanos tendrán que optar entre un partido egoísta, y que sólo piensa en sus líderes más destacados, o por partidos que miran más por del bien común de la mayoría.
Por esta actitud el Gobierno debe plantarse ya, decir que hasta aquí han llegado. Porque la alternativa a ellos son los partidos políticos que quieren meterlos en la cárcel e ilegalizarlos en algún que otro caso. Aunque no es menos cierto que ese egoísmo que demuestran llegará al momento álgido cuando se apruebe, si al final se aprueba, la amnistía. A partir de ahí demostrarán su cara más egoísta, derechista y supremacista.
Mantener el foco constante es vital para Junts. Eso lo saben sus líderes. En las próximas elecciones tienen varios puntos de fuga. Los más moderados, de carácter nacionalista pueden acabar en el PSC o votándolo. Los derechistas que estén descontentos con la actitud de Junts, sobre todo por pactar con la izquierda, pueden acabar en el Partido Popular y por supuesto los independentistas más radicales de carácter supremacista pueden acabar votando a Aliança Catalana.
Este panorama social y político puede estar condicionando la actitud de Junts. Por un lado mantener a su electorado con diferentes vertientes ideológicas, algo que puede provocar numerosas fugas de votos. Por otro lado el dilema entre apoyar a un gobierno de izquierdas siendo ellos muy de derechas es un dilema que les cuesta explicar a su electorado. Algo que refleja la diferencia de perspectiva entre lo que se tiene que votar y lo que se quiere votar.
Junts sabe que la única opción para que salga adelante la ley de amnistía es este Gobierno, aunque no es menos cierto, que son vitales y harán valer su poder. Pero sin embargo tensar la cuerda siempre al máximo puede romperse y en este caso el propio Gobierno debe caminar en la línea que presentó. Si Junts tumba la ley no habrá más opciones, ellos lo han querido. Si no avanza la ley será porque el egoísmo por blindar a Puigdemont y su núcleo desamparará a miles de personas humildes.
Y eso tendrá, o deberá tener, unas consecuencias políticas en los próximos comicios.
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