Tras un breve receso para el análisis político, antes de que lleguen las elecciones locales, autonómicas y europeas, y tras los resultados electorales es de recibo analizar lo que ha sucedido.
En primer lugar hay que centrarse en la figura del ganador. El PSOE, con Pedro Sánchez a la cabeza, no podía imaginar que en menos de cuatro años y tras los pésimos resultados acabase ganando unas elecciones de manera tan holgada. No es menos cierto que las encuestas indicaban un camino que la oposición no quería ver, pero la situación política estaba derivándose de tal manera que no se quería ver el bosque, sino sólo el árbol.
La historia tendrá un lugar reservado no sólo para la figura de Sánchez y su paso por la política, sino para todos los líderes que están llamados a dejar huella en este periodo histórico en cuanto a la política se refiere. Pero no sólo son los propios políticos los que dejarán huella, sino la sociedad en sí misma. La sociedad se ha pronunciado en una situación donde el abanico electoral era muy amplio, pero son los españoles los que han demostrado estar a la altura, donde la sociedad se ha decantado por la mesura y la tranquilidad, algo que ha supuesto que los extremos pierdan fuelle. Una vez más la sociedad ha demostrado que no es partidaria de extremismos. A la izquierda parece ser que Pablo Iglesias lo entendió y ha sido capaz de obtener mejores resultados de los que indicaban las encuestas, la derecha no supo leer el mandato que la sociedad les estaba mandando. Esto ha sido gracias a unos debates donde el propio Iglesias se mostró más sosegado y menos agresivo. Sin embargo la derecha parece que se lo jugó todo al ataque y de dicha estrategia salió ganado Ciudadanos.
Más allá de los juicios a priori, la resaca electoral y los ríos de tintas que se pueden leer, así como escuchar las opiniones en diferentes tertulias debemos analizar las figuras políticas. Hoy en día el panorama electoral parece ser un dilema, pero es un escaparate idóneo para que salgan a la palestra que líderes de verdad, políticos de altura, políticos a la altura de aquellos de los años 80. Difícil. La política actual se centra en egos personales, sectarismo y “cordones sanitarios.”.
Políticos de altura llevarían a cabo una abstención general, una actitud que sólo propiciaría que Sánchez no abandonara la Moncloa, pero que tendría que negociar todas y cada una de las medidas que quisiera llevar a cabo. Es utópico, pero la realidad es que casi ha doblado al líder de la oposición y que no existe posibilidad alguna de que un bloque u otro forme Gobierno.
En esta nueva etapa que se abre en política debe de servir de escarmiento para los líderes. La sociedad española sólo se gira a los extremos bien por necesidad o por incultura. La segunda causa no será paliada nunca, pero en la primera son ellos los que deben de crear unos cimientos fuertes. Unas bases donde la igualdad, la justicia y la economía no sea sólo algo que favorezca a los privilegiados y las clases altas.
La política es algo más, es vertebradora, mediadora, interlocutora, cauce de las inquietudes sociales y sobre todo administradora de la igualdad. Lo importante será que los líderes sean capaces de hablarse, escucharse y encontrar puntos comunes que ayuden a España a encontrar un camino óptimo. Es en este aspecto donde se deberá entender que la sociedad debe ser progresista en su amplitud, pero que cada uno pude ser conservador en su ámbito personal, que no todo debe ser tomado a la ligera y que los pasos dados deben de darse con pies de plomo, así como en la Transición. Suárez venía de una dictadura, entabló conversaciones con todos los partidos, tomó decisiones que agitó la sociedad de aquella época, pero supo mantener el equilibrio social. Eso fue el mayor legado político.
Caminar siempre será el método para sortear todo tipo de obstáculos, pero sortearlos a veces no sólo se consigue sólo, la actitud ante los demás nos da la oportunidad de crear esperanzas en un mundo donde cada vez el futuro es más oscuro.
Gracias por el análisis.
Tendría en cuenta, si acaso, la aparición de uno de los extremos que se comenta en el texto y con propuestas, sin ambages, totalmente alejadas de cuanto se sugiere en el penúltimo párrafo.
Más que los dos motivos que se aducen en el texto, lo consideraría antes como una consecuencia del modelo de transición política que vivimos hace 40 años y la forma de agrupar políticamente lo anterior y lo nuevo.
Si acaso la necesidad de expresarse libremente aprovechando ora la ignorancia, ora la codicia. Bien unos por dejarse llevar por numerosas promesas falaces y sesgadas, nada nuevo, bien otros para seguir aprovechándose de lo público, también habitual.
Vientos de ira, regresión social y dislate.
La suma de la capacidad crítica de cada uno para poner en duda cuanto se afirma como verdad inamovible, nos llevará por el camino del progreso o al del pasado.