La actualidad política evidencia cada vez más el bajo nivel político de la derecha. Es verdad que toda ideología en algún momento comete errores, pero ese viraje a la extrema derecha, más ultra y rancia, es el síntoma de la decadencia moral y política de Casado y su equipo.
Quizás sea demasiado pedir que en política hubiese gente como Salmerón, Castelar, Pi y Margall, Azaña, Niceto Alcalá Zamora, Romanones, Torcuato Fernández Miranda, Adolfo Suárez… durante los dos últimos siglos han sido progresistas, socialistas, comunistas, unionistas, federalistas, conservadores… diferentes posturas, distintas formas de entender la sociedad española y diversos puntos de vista respecto al modelo organizativo del régimen. Pero todos con altas miras políticas. Todos con un sentido del deber por encima de ellos y de sus diferentes partidos. No es menos cierto que en los dos últimos siglos los pronunciamientos y los golpes de Estado siempre han venido por parte de un conservadurismo que no ha acatado regímenes más democráticos. El objetivo era volver al pasado. En el último caso el Golpe acabó en Guerra Civil.
Se diría que también ha habido momentos donde la sociedad se ha rebelado para poner punto y final a los diferentes abusos absolutistas o autoritarios, unos con mejores o peores resultado. Pero aquí el objetivo era evolucionar socialmente.
Sin embargo las alturas actuales dictan mucho que desear. Esta semana Otegi pedía perdón y decía no tenía que haber pasado y no haber durado tanto en el tiempo, nuestro dolor está con las víctimas. Si me preguntan diría que eran un tanto forzadas y estoy de acuerdo con Eduardo Madina, que es una voz autorizada, de que esas declaraciones hace unos años eran impensables, pero que son sólo el primer paso.
Es así porque no sólo vale con esas declaraciones, sino con la condena total y por supuesto evitar determinados homenajes, manifestaciones… y por supuesto gestos más generosos con las personas que sufrieron el horror del terrorismo. Por eso no sólo vale con bonitas palabras, hay que demostrarlo con hechos.
Sin embargo me llamó la atención la actitud del Partido Popular de Pablo Casado, que nada tiene que ver con Borja Sémper o Alonso. Los fieles seguidores y lacayos de Casado han salido en tropel a criticar y encender la llama inquisitorial contra el Gobierno usando otra vez a una banda que lleva diez años sin atentar. Este último dato sería un motivo de alegría para todo español, pero parece ser que para el Partido Popular de Casado no. Heredero de un Aznar que lo denominó el Movimiento de Liberación Vasco. Simplemente la derecha de Casado y la ultraderecha fascista están huecas, sin argumentos de peso, sólo bronca, como hacían las escuadras falangistas.
A ellos el perdón y una actitud de aproximación no les vale. Sólo la izquierda es capaz de tragar y anteponer el bien social común por encima a todo. Lo hicieron los comunistas al aceptar la bandera rojigualda. Los socialistas aceptaron una monarquía. La sociedad soportó como siete ministros de Franco creaban un partido azul, pero con manchas rojas de la sangre en las manos del régimen pasado. Ellos no pidieron perdón y tras más de cuarenta años no lo han hecho.
Sin embargo aquí ya no vale ninguna superioridad moral ni ética. Aquí se necesitan hechos y no broncas. Cambiar el diálogo por discursos que crispen. Pero la derecha siempre arrastrará con ella la idea de que sea la izquierda quien, a través del diálogo, apacigüe un país en llamas
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