Recientemente Toni Cantó ha publicado la portada del que será su libro, afirma que él fue de izquierdas cuando era joven. La reflexión de que con el paso de los años las personas se vuelven moderadas o de derechas tiene la connotación peyorativa de que ser de izquierdas es una postura infantil, imberbe, ignorante o poco formada intelectualmente. Ser de “centro”, centro-derecha, derecha o extrema derecha es el culmen del conocimiento según los defensores de la tesis que expone Cantó en su futuro libro.
Sin embargo por sus actos los conocemos. El vaivén político de Cantó reflejó su escasa catadura moral a la hora de defender unos u otros valores. Él mismo se ha paseado por diferentes cargos internos, públicos o en chiringuitos. Aun así nos quiere dar lecciones de moral y ética. Hay que tener la cara como el cemento armado.
Algo así le pasó a Edmundo Bal. Se presentó a las elecciones de la comunidad de Madrid sin conseguir el escaño. Lo normal es que hubiese dimitido de su escaño en el Congreso y así mostrar cierta dignidad. Sin embargo su forma de proceder fue la de no dimitir y una vez que se confirmaron los resultados se puso el traje impoluto y siguió haciendo política en la Cámara Baja. Sin despeinarse y sin reírse. Imagino que hubiera sido si Pablo Iglesias hubiese hecho algo similar. Los medios que no le dieron importancia hubieran abierto miles de portadas con la noticia y los ríos de tinta serían infinitos. Hay que ser jeta.
Ya sé que en la trayectoria política desde que cayó la dictadura ha habido personas que se han empadronado en uno u otro lugar para poder presentarse a unas elecciones. La realidad es que vivimos tiempos con aires regeneradores. Nuevas directivas y nuevos partidos políticos han hecho de la regeneración su bandera, sin embargo han mostrado tener los mismos vicios que la vieja política.
Macarena Olona se empadronó en Salobreña para poder presentarse a las elecciones andaluzas. Más allá si el procedimiento se hizo en tiempo y forma, o si fue una imposición desde Madrid, las persona llamadas a las urnas en Andalucía deberán reflexionar sobre varios aspectos. Por un lado deben preguntarse si eso no refleja un vicio de la antigua política con la que VOX dice querer acabar. Por otro lado el voto a Olona es un voto en contra del sistema de comunidades, así pues justifica la imposición de la candidata. Para los dirigentes de Madrid todos los que vivimos fuera de la capital lo hacemos en lugares satélites y subyugados a las órdenes de Madrid. Con ello la pérdida de identidad será una realidad cuando se persiga o castigue todo aquello que no huela a Madrid. La última reflexión es sobre el desconocimiento de su candidata en relación a la comunidad de la que puede ser vicepresidenta. Votar a Olona es votar en contra de Andalucía.
Javier Maroto también hizo lo suyo cuando se empadronó en Sotosalbos (Segovia) para poder llegar al Senado una vez que se quedó fuera de las Cortes Vascas. En su día Pablo Casado aceptó los viejos vicios de la política, no defenderé ahora a un Casado que tantas veces erró en contra de España, aunque se llamase patriota. Aun así no fueron esos viejos vicios los que propiciaron la caída de Casado, sino su denuncia sobre un presunto trato de favor, presunto tráfico de influencias y un presunto caso de corrupción. Una vez más la vieja política dijo que Casado tenía que estar fuera, protegiendo así a Ayuso que representaba muy bien la forma de proceder de la política de años atrás. Una vez que Casado se despidió se dio cuenta que ya no se defienden ideales, sino sillones. Tres personas abandonaron el hemiciclo con Casado tras ser apuñalado por sus propios/as compañeros/as.
Quizás el paso de Casado por el liderazgo conservador no fue el más fructífero pero al menos su dignidad aumentó exponencialmente en detrimento del que fue su partido. Igual que Pablo Montesinos, que entró en política y no convenció mucho, hoy en día y viendo como actuó entiendo que se necesitan más personas como Montesinos al lado de los líderes. Ahora escribe y habla en tertulias, aunque como periodista ya lo hacía, pero ahora su voz y su pluma tienen más autoridad, y permíteme si lo lee, dignidad.
La sociedad española es plural, no es algo nuevo, pero si es necesario entenderlo. Seguir con las prácticas de hace treinta años ha llevado a la ruptura del tablero político y el surgimiento de movimientos nuevos. La política corrompe y saca lo peor de quienes no tienen oficio ni beneficio. Eso ya pasaba en la Antigua Roma y Grecia, provocando al final guerras, crisis y el ocaso de una nación. La política debe entender que los tiempos cambian, deben conocer al pueblo que vota. Sin embargo desde los sillones y con voces sumisas el desconocimiento es total en algunos casos. Ese es el éxito electoral de Page en Castilla-La Mancha, conoce su territorio electoral.
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