La resaca electoral ha sido muy dura. Quizás una de las más duras e injustas, pero es de recibo abordarla desde una perspectiva autocrítica.
En primer lugar es de recibo que toda persona que se dedique a hacer análisis reconozca y felicite la victoria de Ayuso y Miguel Ángel Rodríguez. Sí, es de justicia. Como se hizo un día con la victoria de Salvador Illa y Redondo.
Centrar las tertulias y el análisis en seguir atacando al contrincante político es hacer un mal análisis. Centrarlo en la crítica a Iglesias por abandonar la política es injusticia social, pues con Rivera no se hizo. Salvando las distancias de que Rivera sacó un mal resultado, sin embargo Iglesias aun sacando un resultado mejor a lo esperado ha dimitido reconociendo un mal resultado. Pero la izquierda ha cometido el error de creer que el enemigo estaba en casa, cuando el único objetivo no es acabar políticamente con Iglesias, la derecha busca acabar con el espíritu del 15M.
Estas elecciones lo han corroborado.
La izquierda debe olvidar ya los resultados. Quedan dos años para las próximas elecciones municipales y a las Juntas. Es hora de reorganizarse. No buscar confluencias, pero saber que las campañas deben cambiar. El éxito de Más Madrid ha sido no entrar en conflictos dialécticos y siempre enseñar las mismas cartas. Sus agrupaciones se han movilizado desde todos los puntos geográficos. Bien es cierto que su área de influencia es la comunidad de Madrid y poco más.
Sin embargo se ha echado en falta una campaña en positivo. Ha habido círculos y agrupaciones que ni un triste tuit han pronunciado en beneficio de Gabilondo o Iglesias. Parecía que esas elecciones no iban con el resto del país. Sin embargo la derecha lo propuso como un plebiscito contra del Gobierno.
Estas carencias no son por culpa de los candidatos, es un lastre que se va arrastrando en el tiempo. Las disputas internas, los discursos cambiantes y los fichajes de última hora desvían el argumento central. Y en la sencillez del discurso la derecha gana. Se vio en Castilla-La Mancha con Cospedal, se ha visto en Madrid y se vio en Andalucía. Los partidos, aun siendo diferentes, deben de saber cuál es el modelo a derrotar en las urnas. Todo/a candidato/a quiere siempre gobernar en solitario, pero a veces los números son los que son. Por eso no basta con hacer campaña por el municipio propio o por la comunidad propia. Las campañas han de hacerse siempre por y para los partidos. Por eso sean cuando y como sean las elecciones la izquierda deberá comprender que hay que hacer campaña desde todas las plazas por pequeñas o grandes que sean.
No deben olvidar que las promesas deben de ir acompañadas de actos. Es verdad que el votante de izquierdas es más crítico, y hay que hacer autocrítica. Mirar y comprender por qué en feudos donde siempre ganaba un partido de izquierdas ahora ha ganado la derecha.
Si los dirigentes de la izquierda se alejan del votante estará todo perdido. Quizás sea una consecuencia directa de la desidia organizativa o simplemente un accidente. Tanto los dirigentes nacionales, provinciales y locales de los partidos de izquierda deberán de empezar a replantear ya las próximas elecciones. Sin organización y sin voces cohesionadas en cada partido no habrá victoria.
Esto no va de poner a la persona amiga al frente y fichajes externos a los partidos sin consenso interno. La izquierda no puede olvidar a las personas que con su sudor se ganan el jornal. Y por supuesto la izquierda debe perder el miedo a tomar medidas justas y equitativas socio-económicas. La Constitución lo garantiza. Porque la derecha lo tiene claro, legislar para los suyos.
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