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    David García
    Historiador y Bloguero

Un canto a la megalomanía

Un canto a la megalomanía
Objetivo CLM - David García Huertas
Miércoles, 27/06/2018 | Región | Portada, Sociedad, Opinión, Cultura

     Como decía ayer. Podría culpar a cualquier situación para explicar mi ausencia por estos lares, pero la realidad no reside en situaciones profesionales o personales, sino más bien en un sentimiento de impotencia. Lo cierto es que la actualidad nos permite la creación de muchos artículos, lo difícil es encontrar el tema y el enfoque adecuado. No es que un artículo vaya a ser una parte del Antiguo Testamento, ni se acabará diciendo, Palabra de Dios. El final de un artículo es crear un ambiente crítico, pero no deja de ser una perspectiva sobre un acontecimiento concreto.

      Constantemente nos aquejamos del momento que vivimos, sin duda mejor y más tranquilo que aquel mundo al que nuestro padres se enfrentaron, pero ni mucho menos es perfecto. Es en ese aspecto, así como en otros tantos, donde dos corrientes se enfrentan. Por un lado tenemos los defensores del, es así porque así ha sido toda la vida, y por otro lado aquellos que desean un cambio, a mejor o a peor, pero que sólo el tiempo dará o quitará la razón.

    La realidad es que en parte somos caudillistas, nos quejamos de todo y por todo, pero en realidad cuando nos ponen sobre la mesa la posibilidad de implicarnos en determinados proyectos, en gran medida, procedemos a escurrir el bulto. El dilema no está en si la educación es privada, pública o concertada, si la sanidad es universal o no, si es mejor una tarjeta nacional o como la actual, no miramos si el problema de la migración es porque se han alentado guerras en los países de origen, y así un largo etcétera. La sociedad de hoy parece retroceder más de cuarenta años, donde sólo existe la posibilidad de ser rojo o azul, donde se acusaba a la oposición de la Transición de misérrima por parte del Búnker. Unos españoles contra otros, unos vecinos contra otros, faltas de respeto continuas, muchos insultos, pero poca implicación. Es en ese momento donde debemos elevar el sinónimo de tener palabra a un nivel celestial, pues es el nexo que debe unir a todos los ciudadanos. Una persona que sea fiel y cumplidora de su palabra siempre recibirá el apoyo y la implicación de sus ciudadanos.

       Pero es la propia palabra la que acaba por hundir al ser humano y más cuando el inmovilismo y la mentira se adueñan de todo. Una vez más tenemos a la sociedad dividida en dos, no es algo nuevo, pero si alentado con alevosía por políticos mediocres, que presionan con tanta ingenuidad que al final todo se desbaratará.

       El principal escollo ahora parece ser la exhumación de los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos, un monumento para nada construido para la reconciliación. El valle de los Caídos es un monumento megalómano hacía dos figuras de la historia negra de España. No es menos cierto que no se debe caer en la trampa de querer borrar el pasado, eso es un error, pero si es de justicia que ambos cuerpos sean exhumados y que sus respectivas familias decidan qué hacer con ellos.

      Derribar el Valle de los Caídos como algunos sugieren es un error, porque si se derriba será un pretexto para que se vuelva a caer en la trampa del fascismo. El Valle de los Caídos debe seguir en pie. Así podremos decirles a nuestros hijos algún día que ese monumento lo hizo un dictador en su inmensa megalomanía, creyéndose un faraón egipcio.  Se podrá contar que hubo nacionales que no quisieron que sus familiares fuesen enterrados allí y por eso los huecos se rellenaron con republicanos fusilados. Se podrá estudiar cómo se construyó sobre un bálsamo de sangre que jamás cicatrizará si el dictador y el falangista no son exhumados. Incluso se podrá contar que determinadas empresas se beneficiaron e hicieron su agosto con la mano barata y alejada de un padre, un hijo, un hermano o un abuelo.

       Creo que a pesar de llevar muchos años en Transición, pues todavía no hemos llegado a la democracia total,  no hemos aprendido que nada es para siempre, ni todo lo nuevo es siempre bueno. No hemos aprendido que para que seamos libres tenemos que luchar por una educación de calidad, sin importar su condición. Debemos empezar a enseñar valores que no se rijan todo por el lo quiero aquí y ahora sin sacrificio. Tenemos miedo a la democracia excusándonos en la materia económica, pero es que la libertad es cara y poder elegir libremente sale caro, pero lo principal de la democracia es la participación. No hace falta que sea en un Ágora como los griegos, sino en cada casa, en cada rincón, en cada pueblo, si no cuidamos nosotros la libertad, si no se inculcan valores, al final estaremos perdidos.

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