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    David García
    Historiador y Bloguero

Neuronas al aire

Neuronas al aire
Objetivo CLM - David García Huertas
Viernes, 23/11/2018 | Región | Portada, Sociedad, Opinión

     Profesionalmente hablando el martes día 20 de noviembre fue un día normal. Emocionalmente fue un día triste. Sentimentalmente fue intenso y socialmente fue asqueroso.

     El 20 de noviembre hacía 43 años que Franco abandonaba el mundo terrenal para beneficio de una sociedad fustigada por un régimen que comenzó con una traición a la patria y a la bandera que juraron. Con ello comenzó la tormenta actual. En medio de la polémica sobre la exhumación de los restos de Franco no hacía falta ser muy listo de que el ambiente iba a estar algo calentito. Tampoco es que sea algo extraordinario pues es cierto que es más el ruido que se hace que las nueces que son, al menos a cara descubierta, pero la pomposidad y la repercusión que obtienen alcanza límites extraordinarios.

     Con la cabeza cuadrada, con argumentos más obsoletos que una lanza de sílex y una mentalidad respecto a la comunidad LGTBI y las mujeres más propia de los habitantes de Atapuerca se envalentonaron en una manifestación que cubrían varios medios.

        Antes de continuar debo de hacer un inciso. Entiendo que quienes se beneficiaron del régimen por activa o pasiva y ahora sólo sea un ciudadanos más sea defensor de dicho régimen, aunque no comparta la mentalidad, la edad a veces no deja de ver más allá del beneficio propio para calificar un régimen que no tuvo nada de beneficio para la comunidad social. No entenderé jamás la defensa de dicho régimen de otros sectores sociales.

     Así pues tumbado en el sofá seguí ambos programas. En un principio me pareció normal la asistencia de algunas personas por su repercusión pública en defensa del valle de los caídos, Franco y el propio franquismo, así como me pareció normal la asistencia de figuras de avanzada edad y de determinado grupo social. Sin embargo observar a personas de menos de 20 años no me pareció normal, ahí fue cuando empecé a sentir una profunda tristeza. Asquerosos me parecían los argumentos, así como la impunidad social de exhibir símbolos de una ideología fascista que arruinó España, económica y socialmente.

     Tras este tiempo de tristeza y con el estómago revuelto la mente se me aclaró, esto es necesario combatirlo, pero no del mismo modo, no somos iguales. La educación debe de ser nuestro escudo, las letras nuestra arma y  la historia nuestro respaldo. Es necesario inculcar unos valores a los estudiantes, darle importancia a las letras y a la historia para no caer en los mismos errores.

      Esto no va de progresistas o conservadores, cada persona en su ámbito personal se inclina por una ideología u otra, cada uno con sus argumentos, pero frente al fascismo, nazismo o franquismo se debe luchar desde ambas partes sin descanso. No hacerlo le resta credibilidad democrática a toda persona racional.

     Hace poco leí un relato que decía que cuando un carruaje hacía mucho ruido es porque su escaso, o nulo, cargamento provocaba un mayor ruido por su rebote e inestabilidad debido a su mayor ligereza. Imagino que algo así pasa en la ideología que comentaba que a falta de argumentos sólidos, la escasez de neuronas y la nula evolución mental les provoca hacer más ruido de lo normal.

     Ya es hora de que los políticos le den la importancia que merecen a las letras, no tanto aumentando horas lectivas o asignaturas nuevas, al final sólo se puntúan. Lo necesario son  métodos para fomentar el espíritu crítico entre los jóvenes. No es sólo cuestión de leyes educativas y centrar las miras en los políticos nacionales. Los representantes locales, regionales y autonómicos deben de empezar  a fomentar charlas, debates y coloquios sobre la actualidad entre los jóvenes que estén próximos a votar. Hay que inculcar una cultura política en los jóvenes. Los institutos, las bibliotecas, teatros e incluso la plaza de los municipios deben de ser útiles para reuniones de intercambio de ideas.

     En los Institutos se estudia ética, filosofía e historia, pero los conceptos no se ponen en práctica, simplemente se vomitan en un examen y se olvida. Es en esa tesitura donde se debe centrar la implicación de los representantes políticos, así se fomentará un espíritu crítico y se creará una sociedad que mirará con recelo al fascismo, algo que sólo ha traído desgracias al conjunto social, tanto en Italia, Alemania y España.

      No le temo al enemigo que viene a por mí, le temo al amigo que me traiciona por la espalda con la complicidad de aquellos que callan.

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