Con el primer Gobierno de coalición asistimos a ríos de tinta. Todos desembocaban en la posible inestabilidad de aquel Gobierno. La realidad fue bien distinta a pesar de altibajos. La inexperiencia de Podemos, y todo lo que se dijo de sus dirigentes, no impidió que el Gobierno llegara casi al final de la legislatura. La distribución de los escaños eran diferentes, las necesidades otras y por supuesto vivió momentos agónicos para aprobar determinados decretos o leyes en el parlamento. Aun así entre socios la estabilidad era más fuerte.
En este caso el socio de Gobierno es Sumar quien no parece garantizar la mista unión entre socios. Es obvio que EH Bildu y ERC no tienen la misma sintonía con Yolanda. Sin embargo con Podemos en general, y Pablo Iglesias en concreto, parecía y parece que tienen mejores relaciones. Incluso no descartaría, a título personal, que de cara a las próximas elecciones europeas se aglutinaran en torno a Podemos los partidos nacionalistas de izquierdas del País Vasco, Galicia y Cataluña. Este aspecto es poco importante, y no se hubiese dado, si Yolanda y sus aduladores no hubiesen cometido un error tras otro marginando a Podemos y a sus líderes. Podemos cuenta ahora con cinco diputados que conforme está la división del Parlamento es mucho poder. En su día el propio Pedro Sánchez sugirió que un ministerio fuese para Podemos y ceder ante ellos por lo que podría suponer a la hora de sacar adelante determinados proyectos. Sánchez más ávido y listo en los entresijos de la política asesoró a Yolanda. No fue escuchado y ahora las consecuencias son que hay otro partido con el que hay que negociar.
Yolanda ha cometido el error de creer que lo controlaba todo. Aun reuniendo a un conglomerado de partidos en la coalición de Sumar ha sacado peor resultado que Podemos en las últimas elecciones. En su propio ego sólo tenía como objetivo “cargarse” a Irene Montero y las caras visibles de Podemos. Las consecuencias ya las conocemos. Además hay que tener en cuenta que en Sumar se han aglutinado todas las figuras políticas que en su día vivieron al rebufo de Podemos, y que cuando no consiguieron la cuota de poder que creían que merecían traicionaron a su partido. Algunos incluso fundando partidos semanas antes de unas elecciones con lo que eso supone electoralmente.
Yolanda ha querido jugar como Pedro Sánchez cuando accedió a la Secretaría General por segunda vez. La diferencia es que Sumar es sólo una lideresa, puesta en su día a dedo por Pablo Iglesias, y los pies de ese partido son de barro. Sin embargo el PSOE tenía y tiene los cimientos bien armados, con una militancia con solera y un bagaje político que aunque se tambalee no caerá.
Yolanda deberá aparcar el ego a un lado, rectificar es de sabios, pero no puede seguir en esa actitud. De no ser así no se podrá gobernar con efectividad. Al final la sociedad puede entender, que a pesar de las palabras gruesas de Iglesias, Podemos si supo negociar con diversos partidos políticos y ser en su medida un partido de Estado. Cosa que parece que Sumar no sabe, o no quiere, y eso será un lastre para el Gobierno. Porque la política actual no es de máximos, es de acuerdos, acercamientos y negociaciones sin egos o autoritarismos.
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