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    David García
    Historiador y Bloguero

Amarrado

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Objetivo CLM
Martes, 08/03/2016 | Nacional | Portada, Política

Tras la fallida investidura y por primera vez en nuestra historia reciente tras la muerte de Franco, un candidato propuesto por el rey no resulta investido presidente. Los analistas así a priori culpan al propio Pedro Sánchez, unos con claras intenciones partidistas, otros sin embargo por presiones internas o externas.  Eso no exime al propio Sánchez de toda culpa, pero la sensación reinante es que ha sido víctima de la decadencia moral.

      Por un lado la izquierda no lo ha apoyado, es cierto que los números no daban, pero si era más posible la investidura con un pacto de izquierdas (161 diputados), que un pacto estéril con la nueva derecha (130 diputados). Quizás porque era la única opción viable para que otros grupos, nacionalistas o no, apoyaran una candidatura de progreso.

     La vieja derecha como siempre escurre culpas y es fiel seguidor de las contradicciones. No quiso enfrentarse a una investidura por miedo a fallar, la verdad que como siempre se escondieron, como aquella vez que el presidente salió en el plasma, la realidad que fallaron al rey, al sistema y a todos sus votantes. Ahora piden un pacto de Estado entre PSOE, Ciudadanos y ellos, la realidad que una vez muestran que sólo les importa el poder, de haberlo querido se habían abstenido y se había consolidado ese pacto, pero no, su orgullo, prepotencia y su concepción de superioridad les impide ver la política más allá del poder y la férrea línea que han marcado.

     Quizás el mayor problema que ha encontrado Sánchez ha sido interno. Con una vieja guardia pretoriana más cercana de unos valores de Atapuerca que de una sociedad democrática se lanzaron contra Sánchez cuando éste quería acercarse a Podemos. Unas luchas internas más propias de una asociación de vecinos o de una junta directiva de poca monta que de un partido serio. Es de primero de política el valor que consiste en la crítica y autocrítica interna en el partido en cada congreso pero un respaldo fuerte y sin titubeos tras éste al líder o secretario general.

    Con este panorama se enfrentaba Pedro Sánchez a la investidura, claro está que si hubiera impuesto su personalidad no habría firmado ese pacto estéril con Ciudadanos, pero con un liderazgo cuestionado se vio obligado a ese pacto que sólo beneficia al partido popular.

      Un partido popular que gobierna con mano de hierro, no le importa castigar hasta llevar a la extenuación a una comunidad o un ayuntamiento si éste cuestiona su autoridad. Lo estamos viendo en Castilla-La Mancha, comunidad que hemos decidido que no nos gobiernen quien han saqueado nuestra televisión pública, quien ha subido las tasas universitarias, quien ha recortado en sanidad. La consecuencia es que Castilla-La Mancha está siendo castigada. Primero el ministro de industria no hace nada por evitar el cierre de elcogás en Puertollano y segundo buscan que la comunidad gobernada por Emiliano García Page se convierta en un desierto autorizando un trasvase tras otro hasta que el Tajo se seque y todo por contentar a quien sostiene a Cospedal en la silla de la secretaría general del partido popular.

      Muchos no entenderán esa actitud política, pero a mí no me sorprende, al igual que no me sorprendió aquella vez que fuimos a la guerra a pesar de que más de un 90 % de la sociedad no quería, total es un partido fundado por 7 ministros de Franco. ¿Qué esperaban?

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