Un día más me levanto con una noticia, para mi punto de vista mala. La jerarquía eclesiástica no ve con malos ojos que Franco descanse en su cripta familiar en la Catedral de la Almudena. Tras la noticia, cientos de analistas saltan al ruedo. Con más o menos atino todos coinciden en señalar a todos los católicos, en generalizar. Una vez más el dedo inquisidor sobre unas creencias diferentes sale a la superficie. La moralidad y esa actitud de señalar y creerse superior intelectualmente sobre aquellos cuyas creencias son diferentes hacen que una sociedad de calidad se convierta en una de sociedad mediocre.
No voy a entrar en un debate existencialista, no es mi forma de ser, la fe es personal, unos son católicos, otros evangelistas, musulmanes, judíos… incluso los ateos son creyentes de la nada tras la muerte. Todas las creencias legítimas y respetables a nivel personal e individual, algo que se pierde cuando quieren imponerse con más o menos fuerza.
Las personas no están preparadas para la diversidad, adalides de ella y de la libertad, en algunas situaciones y acontecimientos son sus actos los que demuestran lo contrario a lo que se predica.
Tampoco es mi objetivo entrar en un debate empírico, pues el mundo de las creencias es abstracto y como tal no es demostrable empíricamente, ni la creencia del sí, ni la creencia de la no existencia de Dios.
La idea es centrarme en esa actitud social donde todo parece ser blanco o negro. Esa actitud donde sólo se alza la voz desde dos lugares contrapuestos en apariencias, no tanto en las actitudes, ambas con los mismos tics autoritarios y supremacistas.
Una vez más la jerarquía podía haber optado por un gesto que alejase la sombra tan cercana a determinados personajes oscuros de la historia, podía haberse alejado de esa imagen que tan negativamente le ha afectado por su cercanía al franquismo y lo que ello supuso. Pero en el análisis no todo vale, pues hablar de la Iglesia es hablar de una comunidad de creyentes, sin embargo, otra bien distinta es hablar solamente de lo que dicen y hacen los grandes jerarcas, tanto a nivel personal como colectivo.
La Iglesia no es un bloque monolítico donde todos tengan el mismo pensamiento. No es lo mismo hablar en el Franquismo de Plà y Deniel, Gomá o Guerra Campos, todos nacional-católicos e incluso Guerra Campos comparó la agonía de Franco con el sufrimiento de Jesucristo. Sin embargo con el paso del tiempo las nuevas generaciones eclesiásticas iban teniendo una visión más alejada del Franquismo. De sobra es conocida la figura de curas obreros que tanto ayudaron en el ámbito social y laboral. Vicente Enrique y Tarancón, que en la Guerra Civil huyó en Madrid de la persecución hacia los eclesiásticos por el bando republicano, sin embargo en el ocaso de la dictadura tuvo que huir hacia Valencia de los Guerrilleros de Cristo Rey. Una misma persona que tuvo que huir por culpa de los extremismos de ambos lados, un presidente de la Conferencia Episcopal que llegó a amenazar a Franco con la excomunión cuando surgió el problema conocido como “El caso Añoveros”. Este tipo de sucesos nunca suelen venir a colación, más que nada porque no interesan. En la actualidad el Padre Ángel recibe muchos halagos, pero nadie pone de manifiesto su trabajo y su mensaje en los debates, tesis elaborada por un miembro de la Iglesia. Solo parece haber cabida para los extremos, ambos con la intención de imponer sus tesis y sus creencias, nadie entiende que creer en la existencia o no de Dios es algo individual y personal.
No estoy dispuesto a pagar el precio de los errores cometidos en el pasado. No soy culpable de lo que supuso la Inquisición, al igual que no pienso culpar a un Italiano de la persecución de los primeros Cristianos, así como no culparé a ningún musulmán por los cristianos y no cristianos que murieron en los ochocientos años que estuvieron en la península. La historia está repleta de errores pero en el siglo XXI no se puede seguir pagando tan alto precio por unas creencias.
No estoy de acuerdo de que Franco acabe enterrado en la Catedral de la Almudena, debería ser enterrado en suelo civil o sagrado pero en cementerio municipal, fuera del templo y la jerarquía debería alejarse de una vez de ese tipo de tics que tanto daño hacen a la comunidad. Espero que no tengan que pasar más de trescientos cincuenta años, como pasaron para que la Iglesia perdonara a Galileo por su “herejía”, para que reconozcan que se están equivocando en este asunto.
Sin embargo hay que recordar que ser buena persona, actuar sin ninguna maldad, llevar una vida acorde a tus principios… no es algo acotado a una creencia, de igual modo que lo contrario tampoco lo es.
Cuando se persiguen cristianos en algún rincón del planeta y callamos somos cómplices y también culpables, cuando callamos antes los escándalos de abusos sexuales y no se toman las medidas oportunas somos cómplices y culpables. El ser humano debe de estar por encima de todo, menos de su compromiso social y de la libertad. Y eso no es algo propio de un credo u otro, ni tampoco de los creyentes de la nada posterior a la vida.
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