Sacrificio de peón

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Miguel Ángel Manrique | La Escalera Política
Viernes, 15/07/2016 | Nacional | Portada, Sociedad, Política

Hay momentos que exigen de un gran sacrificio. De ese acto desinteresado que en beneficio de otros permite desbloquear una tensa e insostenible situación. Evidentemente, en política, son pocos y muy contados los actos desinteresados pero aquellos que han permitido desbloquear una compleja situación los ha habido y muchos.

El panorama político español no puede ser más deprimente para el común de los mortales y cada día el hartazgo crece entre himnos de Eurocopa y finales épicos en series televisivas y es que, al final, habremos de dar gracias a los romanos por aquello de haber inventado el “pan y circo”. Así, al menos, muchos han dejado de pensar en la enorme encrucijada que se encuentra nuestro gobierno y en cómo una tras otra nos van diciendo sin tapujos que nuestro voto no les vale, una vez más.

Pasadas las elecciones toca leer y comprender los resultados y, sobre todo, toca tener miras e intentar liderar uno de esos épicos gestos “desinteresados” que permitan desbloquear una situación que puede llevarnos al colapso y al ridículo. No, ahora es momento de hacer una de esas jugadas que en ajedrez parecen estúpidas y pocos logran comprender pero que subyacen un inteligente objetivo encubierto: toca sacrificar un peón.

Tras la primera ronda de entrevistas que Mariano Rajoy ha ofrecido al resto de líderes políticos podemos concluir y desarrollar numerosos análisis y quizá el más claro es el que dictamina que, a no ser que alguien se decida por ese táctico e incomprensible sacrificio volveremos a las carpas, los folletos, las papeletas y a las urnas en noviembre. Unos por otros, continua el bloqueo y es que al parecer nadie quiere dar ese transcendental paso para encauzar una situación que poco a poco deja de ser sostenible tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.

Mientras el Partido Popular ofrece un documento a los partidos constitucionalistas que éstos no han tardado en tildar de vacío, poco novedoso y tristemente concretado, Ciudadanos se tira a una piscina en la que pronto sabremos si hay agua, y mediante una abstención en segunda votación de investidura nos acercaría un poco más al desbloqueo, aunque poco o nada tiene que hacer mientras el “no” del PSOE sea rotundo y sistemático. A tal respecto, cabe la posibilidad si se sabe leer entre líneas que el PSOE quebrantaría esa férrea negativa si el PP pudiera convencer a la formación de Rivera de un voto favorable. Un panorama complejo donde los haya y que, aquel que sepa verlo con perspectiva y tacticismo, dará cuenta de lo fácil que es si se aplica algo que ya es bien conocido y que es objeto de este artículo: si se ceden posiciones y se sacrifica al peón.

En ajedrez, esta táctica es ampliamente conocida e incluso algunas veces obviada por evidente. Básicamente consiste en realizar un movimiento incomprensible con el peón donde el contrario fácilmente puede dar buena caza de él sin problema alguno o compromiso para sus intereses, a priori, pues la gracia viene varias jugadas después cuando éste se ve atrapado en una artimaña que le hará perder una pieza de mayor valor que el triste peón conquistado y que su contrario ha sacrificado por una buena causa y por un mayor objetivo.

Esto, como todo, puede leerse en términos políticos y es que aquel que tenga la altura de miras y la cintura de realizar ese movimiento incomprensible a simple vista, puede obtener una muy buena rentabilidad de futuro siempre que el sacrificio realizado esté lo suficientemente bien planeado y se tenga la templanza y paciencia que se requiere para rentabilizar sus frutos. Por ello, creo que permitir que la legislatura se ponga en marcha es la mejor de las opciones y que quienes, a través de propuestas y negociaciones, sacrifiquen y cedan posiciones para que la situación se desbloquee pueden obtener un rédito considerable una vez se comience de veras a trabajar, a proponer y a legislar. Por el contrario, quien obstaculice y termine obligando a los españoles a acudir de nuevo a las urnas tras unas elecciones con la participación más baja de la democracia, se expone al lapidario público y la vergüenza post-electoral pues pagará de lleno contribuir, bajo preceptos y dogmas ideológicos inamovibles, a un nuevo gasto electoral que ya estamos pagando con lágrimas, sudor y euros, muchos euros.

La situación es, ciertamente, compleja y trazar las hojas de ruta de los partidos en este momento no ha de ser fácil máxime para aquellos que tienen que afrontar, además, crisis internas y regeneración en el seno de sus filas aunque quizá, sólo por un momento, si lo piensan bien, sea el momento perfecto para sacrificar al peón.

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