España entera llora la muerte de un Grande de la Historia de España porque la figura de Adolfo Suárez ha sido grande desde el punto de vista político y personal
Tras el fatal desenlace, que no por esperado nos ha resultado menos doloroso, y que nos entristeció en la tarde del pasado domingo, han sido cientos los recuerdos que nos vienen a la memoria a aquellos que ya peinamos canas y que tuvimos la inmensa suerte y el enorme orgullo de haber vivido la ejemplar Transición de la que Adolfo Suárez fue artífice junto a S.M. el Rey, D. Juan Carlos I.
Pasar del régimen de Dictadura militar que había imperado durante cuarenta años en España a un régimen democrático no era fácil, menos aún con dos Españas divididas y con profundas heridas que aún quedaban por cerrar tras una guerra fraticida pero Adolfo Suárez tenía muy claro lo que quería para España y para su futuro, una Democracia que, como él mismo decía era: “el sistema menos malo de los que se conocen”.
Una democracia basada en el consenso, en la concordia y en la libertad, una democracia duradera, que no se puede entender sin la figura de Adolfo Suárez, de un hombre con una gran visión de Estado y una mayor altura de miras, que fue capaz de aunar voluntades muy diversas e, incluso, enfrentadas, por el bien común de todos los españoles y que antepuso ese bien común como “servidor de todos los españoles” por encima de los intereses de partido.
Adolfo Suárez nos embarcó en aquella imborrable y apasionante aventura que, afortunadamente para todos, llegó a buen puerto. Suárez nos hizo creer en un gran proyecto para una nueva España y nos transmitió a muchos de nosotros el “gusanillo” de la política y las ansias de trabajar por un futuro mejor, en libertad y en paz. En mi caso, fue por aquel entonces cuando decidí apostar por la política desde la vocación de servicio a los demás, a través de la Unión de Centro Democrática (UCD) fundada por Adolfo Suárez, en la que fui presidenta de sus juventudes en la provincia de Ciudad Real y recuerdo aquellos años con gran cariño y con gran emoción.
Fueron años intensos, ilusionantes, inolvidables, que dieron paso al periodo de mayor estabilidad que hemos vivido en España a lo largo de su Historia. Y eso se lo debemos, sin ningún lugar a dudas, a nuestro querido primer presidente del Gobierno de España en democracia.
España siempre estará en deuda con Adolfo Suárez, un político de raza, que en su vida conoció la gloria y también el amargo sabor de la soledad y la derrota. Amado y denostado casi a partes iguales mientras estuvo en la primera línea de la política ya una vez retirado y con el paso de los años comenzó a recibir el reconocimiento del que era merecedor como protagonista que fue de la Transición Española.
A lo largo de mi trayectoria política he tenido la inmensa suerte de coincidir con Adolfo Suárez en varias ocasiones. La última, en el acto electoral en el que apoyó a su hijo, Adolfo Suárez Illana, como candidato a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. En aquel momento, con “aquel lío de mil diablos con los papeles” como él mismo reconoció con humor, a pesar de que los síntomas de la enfermedad ya comenzaban a ser evidentes, emergió el animal político que llevaba dentro y salió airoso de la situación, lo que le valió una cariñosa y emocionada ovación.
Un cariño que en estos días está mostrando toda España porque, por encima de las ideologías, de aciertos o de errores, es de justicia y de ley reconocer el mérito de Adolfo Suárez en toda su magnitud.
La figura de Adolfo Suárez es irrepetible y su pérdida es irreparable pero nos queda su ejemplo y su estilo, basado en el diálogo y en la búsqueda de lo que tenemos en común por encima de lo que nos separa, un estilo que no debemos olvidar y debemos retomar en estos tiempos también difíciles que nos está tocando vivir por el bien de España y de los españoles.
Adolfo Suárez hizo posible, junto a S.M. el Rey D. Juan Carlos, que nuestros hijos y nietos hayan nacido en democracia y libertad. Es también nuestra responsabilidad recordar a los más jóvenes su figura y su obra, inculcándoles los valores que hicieron posible la Transición política en España: el diálogo, el consenso, el respeto, la convivencia y la unidad.
En su recuerdo, nos queda seguir trabajando para avanzar en el camino de la recuperación y del crecimiento y devolver la esperanza a todos los españoles y en su memoria y como el mejor homenaje, retomar la senda del diálogo y de la convivencia iniciada por él en una época complicada como la que España atraviesa en estos momentos.
Gracias Presidente, Descanse en Paz.
Mª del Carmen Quintanilla Barba
Diputada Nacional del PP por Ciudad Real
Presidenta de la Comisión de Igualdad del Congreso
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