“Este hombre parece más de pluma que de espada. Y, sin embargo, combatió…bravamente. La historia nos garantiza su coraje varonil. La escultura ha conservado su sonrisa dialéctica. ¿Será posible? ¿Ha habido alguien que haya unido el coraje a la dialéctica?”
Sepulcro del DoncelObjetivo CLM - Pilar Díaz Tras la heroica muerte del Doncel, don Martín Vázquez de Arce, joven caballero de la Orden Militar de Santiago, en una emboscada de los árabes en la vega de Granada, mientras formaba parte del ejército del duque del Infantado. Su hermano Fernando Vázquez, obispo de Canarias, mando construir este magnífico mausoleo, convirtiéndolo en lo que es hoy día una de las principales esculturas del gótico tardío español. De alabastro (modelado muy finamente) está compuesta esta construcción monumental de 1496, que nos encontraremos en la Capilla de Santa Catalina de la catedral de Sigüenza en Guadalajara. Colocado sobre tres leones, y bajo una hornacina en arco de medio punto aparece el sepulcro, ornamentado en su frente con motivos vegetales y exhibiendo un escudo en la zona central, sostenido por dos pajes. Justo encima, la imagen de don Martín Vázquez de Arce aparece enfrascada en la lectura de un libro. Representado éste, recostado sobre un haz de laureles, donde apoya su brazo derecho. Cabe destacar la cruz de Santiago pintada en rojo en medio del pecho. A los pies del Doncel, un pajecillo, sentado a la morisca, que tiene la mano sobre el rostro, con gesto de pena y, junto a él, empotrado en la jamba del arco un león, de similar forma a los de abajo, simbolizando la resurrección en la otra vida. El fondo de la hornacina se divide en dos partes: la inferior donde encontraremos una inscripción y la superior, decorada con pinturas que representan escenas de la Pasión, de fines del siglo XV, y buena muestra del arte pictórico castellano de esa época. Por su delicadeza y originalidad, se ha escrito sobre esta escultura destacándola como una de las más hermosas y sentidas. Es el ejemplo de Ortega y Gasset, quién la definió como una de las esculturas más bellas del mundo. Escribía Ortega: “Este hombre parece más de pluma que de espada. Y, sin embargo, combatió…bravamente. La historia nos garantiza su coraje varonil. La escultura ha conservado su sonrisa dialéctica. ¿Será posible? ¿Ha habido alguien que haya unido el coraje a la dialéctica?” |
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