Al lado de una pequeña población burgalesa se haya uno de los rincones más impresionantes y enigmáticos de la humanidad. La Sierra de Atapuerca, en Burgos, contiene según los estudios arqueológicos, algunos de los restos de seres humanos más antiguos de la Península Ibérica. Los homínidos que residieron en este entorno ya eran capaces de hablar. Mostraban características anatómicas (el desarrollo del hueso hioides, entre otras) que les permitían emitir una serie de sonidos que podía posibilitar la comunicación entre individuos. Dando lugar así, al desarrollo del lenguaje.
La comunicación en el ser humano es uno de los factores que ha posibilitado el desarrollo de hoy día. Y como la mayoría de los pasos que hemos dado, han llevado aparejados su evolución. En la Península Ibérica no ha sido diferente. Desde sus primeros habitantes de los que tenemos noticias, se hablaban lenguas diversas, tales como: célticas, ligures, ibéricas, etc. Y en algunas zonas del sur de levante, desde el siglo XI a.C. los pueblos fenicios y griegos fundaron una serie de colonias, que hablaban las lenguas propias de estos.
En el siglo VII a.C. un pueblo fenicio desde la ciudad de Cartago inició una larga dominación de la Península. Posteriormente, la floreciente potencia de Roma en el siglo II a.C. hasta el siglo V de nuestra era, tomo las riendas del control de la conocida por ellos como Hispania. Fue entonces, cuando la lengua Romana; el latín, se impuso en todo el territorio. Sobreviviendo únicamente como lengua prerromana el euskera o vascuence.
Las ventajas que ofrecía el latín como lengua oficial común, favoreciendo la comunicación con los dominadores y las facilidades en el comercio, lo hicieron el vehículo de comunicación principal. E incluso, la lengua latina alcanzó un gran nivel literario bajo la influencia de la cultura griega en las clases cultas romanas.
Sin embargo, la base de la lengua castellana o español es el latín vulgar, que se propagó en la Península desde finales del siglo III a.C., siendo este el hablado fuera de las esferas intelectuales en las calles y plazas. Este fue evolucionando poco a poco, hasta llegar a las primeras lenguas romances que en el territorio peninsular dieron lugar al: asturiano-leones, castellano, navarro-aragonés, catalán y mozárabe. En el siglo V d.C., tras la caída del Imperio Romano de Occidente, los pueblos germánicos invadieron la Península. En aquellos lugares en los que la influencia de la civilización latina estaba más arraigada, esta fue adaptada por los nuevos conquistadores bárbaros.
Durante la etapa visigoda, se produjo un crecimiento del latín vulgar hablado, influenciado notablemente por el descenso en el nivel cultural y el aislamiento, produciéndose así una evolución de los diferentes dialectos del latín hispánico en las lenguas romances sobre las que hemos hablado previamente. Transcurriendo varios siglos hasta que estos se van aclarando y diferenciando, teniendo gran relevancia en este lento acontecimiento la invasión musulmana de la Península. En el territorio controlado por los musulmanes, se origina como lengua romance el mozárabe. Despareciendo poco a poco su uso, tras la reincorporación de los territorios en la Reconquista a los reinos cristianos, adoptando su lengua (otros romances ya referidos).
Así, los romances iban avanzando hacia el sur. Teniendo el Castellano su origen en el siglo X en un pequeño rincón de la frontera oriental del reino leonés (aproximadamente, el nordeste de Burgos en los linderos de la región cántabra y vasca), que una vez comenzada la Reconquista fue convirtiéndose en la lengua de una mayor región, desplegando su influencia tanto en el este y oeste. Su caminar en el territorio, le hizo adquirir tanto influencia vasca, dada su proximidad originaria; como la aportación de elementos lingüísticos árabes.
De todas formas, el mayor acontecimiento que impulsó y fortaleció al Castellano fue la creación de una forma literaria desde el siglo X al XIII con los cantares de gesta, siendo el más ejemplarizante el Cantar del Mio Cid. Por su influencia y los azares de la historia, la figura del Rey Alfonso X el Sabio fija y unifica el castellano como la lengua de las obras religiosas, literarias y científicas; realizando una serie de traducciones de obras históricas, astronómicas y legales. De gran valor fue la primera Gramática Castellana de Antonio de Nebrija en el año 1492, al disponer una normativa a seguir de uso de la lengua. E incluso en los siglos posteriores, tanto en Francia, Italia e Inglaterra se editaban diccionarios y gramáticas para aprender español, al ser esta la lengua diplomática hasta la primera mitad del siglo XVIII; etapa en la que se enmarcan los autores del siglo de Oro de la literatura española, desarrollando obras de transcendencia mundial como: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, Las Comedias de Lope de Vega, entre otras.
Pero no fue hasta 1713 cuando se llega a fundar la Real Academia Española, teniendo como función la de “fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza”. Evolucionando estos valores en la actualidad, al tener “…como misión principal velar porque los cambios que experimente la lengua española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebre la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico…”.
En resumen, en la historia del español, debemos tomar en consideración cuatro acontecimientos claves: la constitución del romance castellano y su expansión por la Península, la publicación de La Gramática de Nebrija, la llegada de Cristóbal Colón a América en 1492, y el proceso de independencia y constitución de las Repúblicas americanas a partir de segunda década del siglo XIX. Contando con el papel de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española.
Llegados nuestros días, el castellano o español ha sido una lengua que ha aumentado en hablantes en todo el globo, concretamente en el año 2019 casi 483 millones de personas tienen el español como lengua materna, llegando a un total de 580 millones de potenciales hispanohablantes en todo el mundo, dando como resultado que el 7,6% de la población mundial hable español.
De esta maravilla cultural que ha evolucionado a lo largo de los siglos, se hace también eco nuestra Constitución Española, al enunciar en su articulado que: “El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos. La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección”
Los cambios normativos que se han venido realizando en el ámbito educativo, han mantenido hasta ahora el respeto y tolerancia, principios claves en el sistema democrático del derecho y uso de la lengua española, con el gran valor del resto de lenguas que nos hacen una gran nación cultural; la unidad nos ha hecho robustecer nuestra lengua común, que no es sólo nacional, sino que traspasa fronteras. Resultando esta el vehículo de una comunicación globalizada y moderna dentro de nuestro contexto actual. Así pues, hagamos lo que nos dijo Isabel Allende: “Memoria selectiva para recordar lo bueno, prudencia lógica para no arruinar el presente, y optimismo desafiante para encarar el futuro”.
Es un gusto leerte, por todo lo que tratas y cómo lo tratas. Muy bien documentado.
No pierdas nunca ese optimismo para encarar el futuro.