José Manuel González de la Aleja Sánchez-Camacho | Abogado
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Vamos a jugar a la gallinita ciega, niños soldado

Jose Manuel González de la Aleja Sánchez-Camacho

Esta vez me tocó justo en el centro, mientras mis amigos giraban en torno a mi entre risas y brincos. No podía ver, únicamente los rayos del sol de la mañana me calentaban la frente y me hacían diferenciar siluetas informes hasta que chocaba con alguno de mis compañeros de juego. Al fin, pude coger a uno de ellos. Ahora le tocaba a él estar en el centro, pero ya estaba atrapado, le acababan de poner la venda en los ojos.

Al igual que en la gallinita ciega, un juego comúnmente conocido por todo aquel que haya tenido el placer de tener infancia, del que probablemente haya disfrutado; miles de niños en el mundo son atrapados para perder la inocencia y combatir en un conflicto armado.

Ya hemos hablado en otras ocasiones de la evolución del ser humano y aun así seguimos cometiendo los mismos errores, ya que a finales del siglo XVIII con la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano se consiguió atisbar diferentes puntos en común en cuanto a Derechos con mayúsculas correspondientes a cualquier ser humano, así pues, el primero de ellos corresponde a entender a todos libres e iguales.

Posteriormente, acabadas las dos grandes guerras y creada la Organización de Naciones Unidas (ONU) en su Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, como causa de la debacle de dos conflictos armados de dimensión mundial, consideramos: que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y Derechos, nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre.

En este momento de nuestra historia en materia de Derechos Humanos, hemos llegado al punto de dar valor necesario a la salvaguarda de los Derechos del niño, para ello avanzamos un poco más y nos situamos en el año 1959 con la Declaración de los Derechos del Niño, promulgando que debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación y que, por tanto, no será objeto de ningún tipo de trata.

Parece ser que estos principios y Derechos reconocidos en diferentes normas desde hace más de dos siglos, no han tenido el suficiente efecto disuasorio, acompañado de la contundencia de las Naciones Unidas en su actuar al respecto. Por ello, ha sido necesario matizar aún más la cuestión, y a través del Protocolo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la participación de niños en conflictos armados de 2002, se “faculta” a los Estados firmantes del citado protocolo para que ningún miembro de sus fuerzas armadas menor de 18 años participe directamente en hostilidades, así como la prohibición de reclutamiento “obligatorio” en las fuerzas armadas de menores de 18 años.

Esta norma tiene como fundamento el Convenio de la Organización Internacional del Trabajo al suscribir que se entienden como “peores formas de trabajo infantil”, asimilándolo a métodos de esclavitud: “el reclutamiento forzoso u obligatorio de niños para utilizarlos en conflictos armados…”

Estas facultades que a día de hoy tienen los países firmantes de los protocolos de reconocimiento de Derechos del Niño son todavía mera ficción, atendiendo a las zonas en conflicto que los utilizan, (hablamos tanto de niños como de niñas) para bien entablar combate o ser víctimas de abusos sexuales.

En la actualidad, África y Oriente próximo con países como Sudán, Siria, Somalia y un largo etcétera, se suman al uso de menores en conflictos armados. No olvidemos a centro américa, donde también abundan este tipo de actos.

Llevamos siglos de conflicto desde que fuimos hombres. Hemos pasado por catástrofes cada vez mayores de escalado casi apocalíptico y aún seguimos haciendo oídos sordos a estos problemas. Bien es cierto, que nuestra posición es normalmente la de padres, madres, hijos, trabajadores, nietos, abuelos, etc. Pero al menos, seamos conscientes de la gran suerte que tenemos y valoremos la paz hallada, por qué; aunque nos parezca simple el desarrollo de un ser humano desde su nacimiento hasta la madurez, debería pasar por el respeto a sus semejantes y al mundo que le rodea y quizás de esa forma, evitemos este tipo de catástrofes humanas.

“Todos los niños nacen artistas, lo difícil es seguir siendo artistas cuando crecemos” Pablo Picasso (1881-1973) pintor y escultor español.

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