En nuestra sociedad de mercado disponemos a nivel general de las mayores comodidades que jamás haya conocido la humanidad. Prácticamente, las necesidades más básicas del ser humano como son: alimentación, vivienda y condiciones sanitarias mínimas; se han conseguido ofrecer por nuestro sistema de bienestar a cualquier individuo de una economía desarrollada.
Sin embargo, la propia evolución social nos ha demostrado que la natalidad actual está descendiendo. Aunque si nos remontamos históricamente en la tradición de nuestro país, se ha producido un descenso paulatino de nacimientos que, al comparar los datos de 1975, hemos pasado de 669.378 nacimientos en este año; a 393.181 nacimientos en 2017. Esta gran diferencia, hace que en nuestro país llevemos prácticamente 35 años por debajo del nivel de reemplazo.
Dentro del marco europeo, España junto con Italia son los países de la UE (Unión Europea) con menor tasa de natalidad. El fenómeno que ha compensado la balanza ha sido la mayor fecundidad de las parejas extranjeras, permitiendo al menos, mitigar el descenso de población, sin ser suficiente.
Por ello, en nuestros días la situación de los países desarrollados, tales como la conformación de la UE, y ciertos países iberoamericanos, entre otros, se encuentra en una realidad de pérdida de población, es decir, no nacen las suficientes personas para poder mantener la población.
Los demógrafos (encargados del estudio estadístico de las poblaciones humanas) atribuyen este descenso de la natalidad a múltiples factores. Siendo el principal, la carencia total de políticas familiares.
De hecho, la mayoría de las mujeres españolas desearían tener dos hijos. ¿qué circunstancias se oponen a este deseo?
En otro orden, la esperanza de vida en la UE ha aumentado, siendo nuestro país uno de aquellos en los que se consigue una mayor esperanza de vida: 80,37 años para el hombre y 85,73 años para la mujer, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Deriva lo anterior en las mejoras de las condiciones de vida. Aun así, el acceso a la vivienda es muy caro, siendo este un elemento vital que condiciona enormemente a las parejas jóvenes a largo plazo, para poder concebir hijos.
Los nuevos planteamientos sociales han provocado el aumento de las rupturas matrimoniales. Generando a su vez, un cierto miedo al hablar de una posición de refuerzo de la familia, estando catalogada esta postura de arcaica. Aunque, en cuanto al tema que nos atañe, si están influyendo considerablemente en el descenso poblacional actual.
La sociedad como ya hemos comentado en otros artículos, evoluciona concediendo a cada época su peculiaridad. De todas formas, una sociedad que pretenda crecer espiritual y económicamente no se puede permitir perder población. Aquí subyace otra cuestión: ¿quién va a pagar las pensiones del Baby Boom de los años 60 y de las generaciones futuras? Recordemos que nuestro sistema de pensiones es de reparto, es decir, la población trabajadora actual sostiene el conjunto de pensiones del sistema de la Seguridad Social, ya sean pensiones de jubilación, incapacidad, orfandad, etc.
Añadido a estos factores, cierto es que el desarrollo tecnológico está suponiendo la irrupción de las nuevas tecnologías con la preponderancia de la inteligencia artificial en nuestro sistema. Este elemento, está posibilitando el desarrollo de una mayor producción con un menor volumen de mano de obra humana. ¿en qué condición se va a situar la inteligencia artificial?
A parte del aspecto económico, dentro del núcleo de nuestro sistema, los organismos políticos a día de hoy, disponen medidas de fomento de la natalidad escasas. De lo contrario, son de gran relevancia las iniciativas de ciertas entidades como el Instituto de Política Familiar, que promueven la preocupación por la familia en su aspecto tanto existencial como científico. Como ejemplo de algunos planteamientos: la creación de una ley de protección de la familia; pacto de estado sobre la familia, la natalidad y la demografía, elaboración de un plan nacional sobre la natalidad, etc.
Como decíamos al principio, nuestra sociedad de consumo nos ha proporcionado una gran cantidad de bienes materiales. Pero estos no integran la entidad humana, y por ello, puede ser que el aspecto personal y social, esté sufriendo unos cambios tremendos en las últimas décadas, incluida dentro de esta “bolsa” la familia. ¿cómo se puede concebir que, habiendo alcanzado el umbral de abundancia más alta de la historia de la humanidad, después de haber sufrido auténticas catástrofes, nos encontremos con un descenso poblacional?
Hemos hablado de factores económicos como el precio de la vivienda y no debemos olvidar las situaciones de precariedad laboral, que impiden fundamentalmente el desarrollo de una vida en pareja con solvencia y, por supuesto alargar la formación de una familia con sus hijos.
Quizás sean nuestras propias comodidades las que estén generando el actual desarraigo sobre la creación de una familia (entendida dentro de la diversidad actual del concepto). Sin olvidar los factores económicos. Dando lugar, a una realidad, que tal vez, dadas nuestra propia complacencia con la comodidad, nos haga reacios a asumir la responsabilidad de la crianza de un hijo, con la influencia de los problemas económicos que ocasiona nuestro actual sistema económico.
“El nacimiento no es un acto, es un proceso” Erich Fromm (1900-1980) psicoanalista y filósofo humanista alemán.
Kate Beckinsale es muy guapa.