Historia del chocolate en España. La época del descubrimiento

Las manifestaciones de modernos alimentos o preparaciones culinarias transita por diversas formas de comprensión. En sus inicios el cacao pudo ser concebido como un alimento y posteriormente como una sensación grata al paladar

imagen de Historia del chocolate en España. La época del descubrimiento
Objetivo CLM - Lucía Ballesteros
Lunes, 12/01/2015 | Nacional | Portada, Sociedad, Gastronomía

Las manifestaciones de modernos alimentos o preparaciones culinarias transita por diversas formas de comprensión. En sus inicios el cacao pudo ser concebido como un alimento y posteriormente como una sensación grata al paladar.

 

En sus primeros albores de los conquistadores con el cacao su preparación empieza a sufrir una variación importante: se dulcifica, se aromatiza con especias como la canela y se sirve caliente.

 

Colón  en su cuarto viaje realizado en el año 1502 intercepta una embarcación de ascendencia  Maya  y que proviene de la península de Yucatán. Dicha embarcación es de gran tamaño y su cargamento es de cacao, captura los frutos del cacao pero no le da mayor trascendencia   a pesar de conocer que este producto, “almendras” las llama él, es utilizado como trueque.

 

Bernal Díaz del Castillo y Hernán Cortés degustan la bebida y la encuentra amarga y picante debido al empleo de achiote.

 

Cuando Hernán Cortés y los suyos se apodera de Mexico, el emperador de los aztecas Moctezuma, le obsequia con medio centenar de jarras rebosantes de espumeante chocolate.

 

Siguiendo el relato del toledano Francisco Cervantes de Salazar, el gran emperador atesoraba unas reservas de varios millares de cargas de almendras de cacao.

 

El autor de origen italiano Girolamo Benzoni  pormenoriza en su libro “ La historia del Mondo Nuevo de 1565 que “«el chocolate parecía más una bebida para cerdos, que para ser consumido por la humanidad»,  aludiendo a que nunca lo había consumido a pesar de haber residido en aquellas tierras por espacio de más de un año.

 

Pese a esta objeción, Gonzalo Fernández de Oviedo lo señala como una sustancia interesante, si bien muestra alguna reserva al describir cómo algunos indios, después de beberlo, presentaban los labios manchados como si hubiesen tomado sangre humana.

 

Esta observación se fue trocando debido a la escasez de recursos alimentarios. Las tortillas preparadas con harina de maíz, caldeadas sin usar grasas no eran del agrado de los conquistadores que estaban habituados al consumo de carne de cerdo y a las frituras con grasas, ya fueran a base de aceite de oliva o de tocino de cerdo. Alimentos grasos como el queso eran desconocidos por los habitantes del Nuevo Mundo.

 

Conforme las provisiones traídas de España iban mermando, los colonos  españoles se vieron en la necesidad de plantar en las nuevas tierras legumbres como: los garbanzos; cereales como: el trigo, frutas  como: naranjas y peras; también se inició el cultivo de la vid, el olivo y la caña de azúcar.   

 

Durante el ciclo de acomodo los españoles hubieron de acostumbrarse a los nuevos alimentos del lugar y los indígenas a los productos llevados desde España por los conquistadores.

 

Los españoles más humildes se casaban con mujeres aztecas y los más poderosos las tomaban como concubinas; lo que provocó una mayor influencia de la gastronomía azteca.

 

Este entorno favoreció la aceptación del cacao entre los conquistadores que comienzan a enviarlo a la metrópoli.

 

En la gastronomía española el chocolate empieza a ser servido caliente y mezclado con especies como la canela, las semillas de anís y la pimienta negra molida.

 

El idioma de los aztecas denominado náhuatl resulta complicado para las tropas españolas. La terminación tl suena similar a la te; por ello muchos diccionarios apuntan que el término chocolate proviene del náhuatí chocolatl; no obstante dicha transformación es más compleja de lo que parece.

 

En primer lugar por que la palabra chocolatl no se halla entre los registros del lenguaje azteca, ni en la obra de Alonso de Molina, ni en la enciclopedia de Bernardino de Sahún, ni en el Huehuetlatolli. En todas estas obras siempre aparece la palabra cacahuatl.

 

Hacia 1520 las carabelas españolas comienzan a mandar cacao a España y cuando estas naves eran capturadas por los piratas ingleses, tal vez debido al desconocimiento que tenían de este producto lo desechaban.

 

Así pues no tenemos datos exactos de la llegada del cacao a las costas españolas, sólo sabemos que ya en el siglo XVI estaba catalogado como un material muy valioso; hasta el extremo de ser llevadas sus semillas  en los guardajoyas de los galeones para evitar que fueran robadas.

 

La primera documentación del chocolate en España se debe a la delegación encabezada por el dominico Fray Bartolomé de las Casas, que selecciona una embajada entre los mayas kekchí de Alta Verapza para que en 1544 se trasladen a la Península con el objetivo  de visitar a Felipe II. En esta ceremonia se nombran plantas como el liquidámbar, el maíz y el cacao. He hace mención que en la misma se sirvió chocolate batido.

 

El conocimiento de esta planta por parte de los frailes dominicos bien pudo ser el origen de la gran aceptación que tuvo en los monasterios de Mesoamérica y de España. Una frase de los benedictinos de aquella época era: «No bebía del cacao, nadie que no fuese fraile, señor o valiente soldado».

 

Se intentó plantar el cacao en la Península Ibérica pero no resultó, pues el árbol sólo crece en latitudes comprendidas entre los 20° Norte y los 20° Sur. El desarrollo y la necesidad de buscar nuevos climas adecuados para su crecimiento y desarrollo hacen que los árboles del cacao lleguen hasta Fernando Poo en la Guinea Española y de ahí a todo el continente africano.

 

El chocolate ya se servía en las confiterías de Madrid durante el siglo XVII. La pasión de la época la describe el escritor Marcos Antonio Orellana en una breve rima:

¡Oh divino chocolate!

que arrodillado te muelen,

 manos plegadas te baten

y ojos al cielo te beben.

 

Tal fue su divulgación que las mujeres de la nobleza solicitaron llevarlo a la iglesia, acto que no gustó entre los obispos, lo que suscitó que en 1681 se publicase una circular del nuncio apostólico prohibiendo el consumo de chocolate en las iglesias durante los sermones. Las chocolatadas celebradas después de los oficios religiosos alcanzaron gran popularidad.

 

Añadir nuevo comentario

Plain text

  • Etiquetas HTML permitidas: <strong>
  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.
CAPTCHA
Queremos saber si es un visitante humano y prevenir envíos de spam
By submitting this form, you accept the Akismet privacy policy.