Mujeres que dejaron huella en la historia, María Pacheco

María Pacheco cuyo nombre completo era  María Pacheco y Mendoza nació en Granada en el año 1496, donde su padre fue nombrado por los Reyes Católicos alcalde perpetuo de la Alambra, en el palacio del sultán Yusuf II. Pasó a la historia como María de Padilla y como “La Comunera de Castilla”

Imagen: Mujeres que dejaron huella en la historia, María Pacheco
Objetivo CLM - Lucía Ballesteros
Lunes, 06/04/2015 | Nacional | Portada, Cultura

María Pacheco cuyo nombre completo era  María Pacheco y Mendoza nació en Granada en el año 1496, donde su padre fue nombrado por los Reyes Católicos alcalde perpetuo de la Alambra, en el palacio del sultán Yusuf II. Pasó a la historia como María de Padilla y como “La Comunera de Castilla”. 

Fue hija de Iñigo López de Mendoza y Quiñones, I marqués de Mondéjar y II conde de Tendilla, más conocido como el Gran Tendilla y de Francisca Pacheco, hija de Juan Pacheco, I marqués de Villena. 

María eligió el apellido materno para diferirse de otras dos hermanas que se apellidaban Mendoza y que poseían el mismo nombre. Instruida en el ambiente renacentista de la pequeña corte del Gran Tendilla, Maria era una mujer muy culta. Poseía conocimientos de latín, griego, matemáticas, letras e historia. En su infancia asistió en 1500 a la primera sublevación de los moriscos desde su casa en el Albaicín.
 

María Pacheco fue una mujer muy progresista  para su tiempo, sintiéndose e orgullosa de su linaje, tenía el carácter fuerte de los Mendoza y de los Pacheco. Nunca se sometió a los convencionalismos de la época. 

A la edad de catorce años, el 10 de noviembre de 1510, se conciertan sus esponsales con Juan de Padilla. María se niega a tales responsorios por tres razones: la primera era por su propio orgullo personal, debido a que su familia no le había consultado. En segundo lugar, porque el físico de Juan de Padilla no era de su agrado y en tercer lugar por ser de un linaje inferior al suyo. Y, además, la obligaron a renunciar a cualquier pleito por la herencia paterna a cambio de una cuantiosa dote de cuatro millones y medio de maravedíes. En los escritos de la época ella es tratada como Doña María Pacheco y su marido simplemente como Juan de Padilla. Se acuerdan los esponsales para el día 18 de agosto de 1511 en la ciudad de Granada.

Juan de Padilla era hijo del toledano Pedro López de Padilla y sobrino de Gutiérrez de Padilla, Comendador mayor de Calatrava, con quien el conde de Tendillas deseaba una estrecha alianza.

El inicial rechazo de María se transformó con el tiempo en un sincero amor entre esposos. En el año 1516 dio a luz a su único hijo Pedro, que murió siendo niño, fallece el Rey Fernando el Católico y es nombrado rey de Castilla y Aragón el futuro emperador Carlos I.

Carlos I llega escoltado por numerosos  flamencos, lo que desencadena gran suspicacia  entre la nobleza castellana, desconfianza que se ve afianzada  por el injusto reparto de cargos y prebendas. Juan de Padilla no consiguió la tenencia de Peña de Martos en Jaén, que le hubiera debido corresponder a la muerte de su tío el Comendador. Además las quejas se incrementan debido a la  gran cantidad de fondos solicitados, en su deseo de ser también proclamado rey de Alemania.

Cuando Juan de Padilla sucede a su padre en el cargo de Capitán de gente de armas, el matrimonio se desplaza a la ciudad de Toledo, corría el año 1518.María  Pacheco anima e incita a Juan de Padilla, en abril de 1520, para que tome parte en el levantamiento de las Comunidades en Toledo, junto con Ávalos y Lasso de la Vega. Ni Ávalos ni Padilla se personan en Santiago de Compostela cuando son requeridos por el rey Carlos I.

Es en esta fecha, el 16 de abril de 1520, cuando se considera iniciado el movimiento comunero en Castilla. Para el historiador Elliot el movimiento comunero surge porque Castilla cree que el rey Carlos atacaba la independencia de las Cortes castellanas.  Existían también las quejas de los municipios que que se debían sumar a las del pueblo llano.

La chispa que emprendió la mecha fue el incendio en agosto de 1520 de Medina del Campo, centro económico de Castilla, por las tropas de Carlos I.  Así fue como el movimiento se convirtió en una sublevación social y anti-aristocrático, lo que provocó que la nobleza se asustara y se pasase en bloque a apoyar a Carlos I, que les garantiza sus privilegios de clase.

Juan de Padilla dijo “jamás consentiré yo que la nobleza de Castilla y León sea hecha tributaria y yo estoy pronto a morir en defensa de nuestros derechos”. Su padre Pedro López de Padilla le contestó “tú has hablado como un noble digno de una estirpe como la tuya, pero mucho me temo, que el Rey nuestro señor te lo haga pagar malísimamente el servicio”.

Juan Padilla asiste junto con las milicias toledanas y las madrileñas de Juan a Zapata a Juan Bravo, regidor de Segovia. Juntos hacen frente a las fuerzas realistas de Rodrigo Ronquillo. El 29 de julio de 1520 se constituye en Ávila la Santa Junta, nombrándose a Juan de Padilla capitán general de las tropas comuneras.

Brota la enemistad entre los dirigentes comuneros y Juan de Padilla es sustituido por Pedro Girón y Velasco, ello provoca que regrese de nuevo a Toledo. Pedro Girón, en diciembre de 1520 se pasa a la causa del rey Carlos I, y  Juan de Padilla vuelve inmediatamente a tomar el mando comunero.

Conquista Ampudio y Torrelobatón y tras nuevas divisiones entre el bando comunero lo que propició su derrota en Villamar, siendo hechos prisioneros y decapitados el día siguiente Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado. 

Durante la ausencia de Juan de Padilla, María de Pacheco gobierna en solitario Toledo hasta que se ve obligada a compartir el poder a partir de finales de 1521, con el obispo Antonio de Acuña.

Al conocer la muerte de su esposa, María cae enferma y viste de riguroso luto, tapando su cabeza con un capuz.   
María Pacheco llega prolongar la resistencia nueve meses después de la batalla de Villamar,  aunque este suceso se debe, más que a la feroz resistencia, a que el ejército real tuvo que acudir a Navarra  para neutralizar el intento de recuperación del Reino por parte de tropas navarras. Para mantener el orden en Toledo, María llegó a apuntar los cañones del Alcázar contra los toledanos. El 6 de octubre requisa, entrando de rodillas en el Sagrario de la Catedral, la plata que allí se contiene para poder pagar a las tropas.

El 25 de octubre se firma una tregua, conocida como el armisticio de la Sisla, donde los comuneros abandonan  el Alcázar, pero siguen manteniendo las armas. 

Por último, la sublevación es aplastada por las tropas reales al mando del  prior de San Juan. María Pacheco consigue huir de Toledo disfrazada de campesina. María Pacheco nunca llegó a conseguir el perdón real, tampoco lo solicitó pues sabía que le sería denegado. Fué condenada a muerte en rebeldía en 1524.

Solicita  ayuda en el palacio de su tío, el II marqués de Villena, en Escalona, y consigue  llegar hasta Portugal donde tuvo muchos inconvenientes para subsistir. En un primer momento es ayudada por el arzobispo de Braga, Diego de Sosa, más tarde va a casa del obispo de Oporto, Pedro de Acosta; y el rey de Portugal, Juan III niega reiteradamente las peticiones de expulsión que le demanda el rey Carlos I.

Debido a su peripecia heroica, fue conocida por el pueblo con los apelativos de Leona de Castilla, Brava Hembra, Centella de Fuego y El último Comunero. Su figura fue llevada al cine de la mano de Juan de Orduña con el título de “La Leona de Castilla”, basada en una obra de Francisco Villaespesa e interpretada por Amparo Ribelles.  

Murió en marzo de 1533 , sus restos mortales descansan en el altar de San Jerónimo de la catedral de Oporto. No se le otorgó la autorización para ser sepultada junto a su marido en Villalar.   Su hermano menor y preferido de María, el poeta Diego Hurtado de Mendoza escribió este epitafio:

Si preguntas mi nombre, fue María,
Si mi tierra, Granada; mi apellido
De Pacheco y Mendoza, conocido
El uno y el otro más que el claro día
Si mi vida, seguir a mi marido:
Mi muerte es la opinión que el sostenía
España te dirá mi cualidad
Que nunca niega España la verdad.
 

María Pacheco siempre ha sido denigrada dentro  de la historia de España, hasta que los liberales, en el reinado de Isabel II a mediados del siglo XIX, la alaban como ejemplo a seguir. 
Como vemos observar una ocasión más, mujeres fuertes y poderosas han sido silenciadas y ocultadas por la historia oficial. Sólo el tiempo ha hecho posible que sean reconocidas.

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