José Manuel González de la Aleja Sánchez-Camacho | Abogado
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La ley de la naturaleza

La ley de la naturaleza

Cierto es que nuestra realidad informativa se ha centrado en este último mes en el conflicto catalán; ahora bien, reconociendo que se trata de un auténtico problema a resolver; no debemos olvidar otros que aparentemente nos resultan más ajenos. La naturaleza a la que pertenecemos como especie animal tiene sus reglas, aunque no seamos conscientes las tenemos escritas en lo más profundo de nuestro ser: nacemos, nos alimentamos, nos reproducimos y morimos; así de sencillo y claro, sin posibilidad de negociar las condiciones.

Y si añadimos que al ser humano de nuestra cultura occidental a diferencia de otras que han surgido a lo largo de la historia, le cuesta enormemente tener empatía por el medio natural que le rodea, a no ser que, en una edad temprana haya tenido un contacto con el medioambiente o de alguna forma se le haya inculcado el respeto a la naturaleza.

Nuestro sistema nos ofrece bienes materiales que de surgir una catástrofe poca utilidad tendrían si nos tenemos que defender en un mundo puramente abierto a la naturaleza en sus bosques, montañas, ríos, desiertos, etc. Por ello, sería un acto de pura ignorancia subestimar a aquellas culturas que conservan las destrezas heredadas durante milenios para convivir y no explotar el medio natural que les rodea, llegando a desarrollarse en algunos casos en los lugares más inhóspitos de la tierra, cosa que merece al menos algo de admiración.

No entraremos a valorar las medidas que gobiernos de diferentes países, incluyendo el nuestro, han tomado en consideración en cuanto a la ponderación que se hace en contadas ocasiones sobre lo que debe prevalecer; la vida natural o el progreso económico, cuestiones que son un buen objeto de debate y que al menos con un desarrollo de la técnica con una finalidad sostenible parece que podemos llegar a tener en un futuro ciudades y explotaciones industriales totalmente respetuosas con el medioambiente.

Ahora bien, la cuestión es la siguiente, ¿de qué forma defiende el derecho al medioambiente? ¿qué mecanismos tenemos a nuestro alcance? y ¿qué consecuencias tiene infringir las normas sobre medioambiente?

En primer lugar, tenemos que reconocer que se trata de una materia muy densa, en consecuencia, nos centraremos en los incendios forestales, ya que ha sido un año bastante duro para nuestros bosques. A destacar los ocurridos en las comunidades autónomas de Galicia y Andalucía.

De partida, nuestra Constitución recoge en su art. 45 el derecho que tenemos todos de disfrutar del medioambiente así como el deber de conservarlo; situándose el poder público como aquel que debe regular el uso de los recursos naturales, con la finalidad de proteger, mejorar la calidad de vida, defender y restaurar el medioambiente. Por tanto, no se trata de algo que deba llevar a cabo el gobierno y el resto de instituciones del Estado con las herramientas que le son propias, sino que, el medioambiente es responsabilidad de todos. Las consecuencias de no respetarlo, pueden ser tanto penales, mediante la pena de prisión, como a través de multas.

Recordemos que en el caso de Galicia, no se ha puesto únicamente en peligro la flora y fauna que conforman los bosques y montes, sino que también ha atentado contra la vida e integridad física de las personas, por ello, si se demuestra que el incendio ha sido provocado, puede conllevar la pena de prisión de diez a veinte años.

El código penal sin embargo, considera menos perjudicial el incendio provocado que únicamente genere daños en la masa natural que conforman los bosques y montes, sin afectar a la vida humana; con la prisión de tres a seis años y multa de dieciocho a veinticuatro meses, siempre y cuando el incendio llegue a alcanzar especial gravedad.

En definitiva, aunque se hable de incendios provocados por diversos intereses, tales como aquellos que beneficien a la industria, la proliferación del eucalipto (como especie que tiene facilidad en incendiarse), la recalificación de los terrenos, etc. No debemos olvidar, que no podemos dejarnos llevar por las generalidades, ahora bien, la defensa de nuestro medio natural no sólo como país, sino con una visión internacional, en ningún caso debería ocultar ni claudicar ante intereses materiales de corto plazo, sino enfocarse en la búsqueda del respeto a la naturaleza, ya que la mejor forma de cuidarla es respetándola y sobretodo otorgarle el verdadero valor que tiene en nuestro mundo, no sólo de palabra, sino también de obra. Conclusión, a la que como cualquier otra cuestión de relevancia social, sería de efectiva aplicación concienciar a los ciudadanos, ya sea persona física o jurídica, en el respeto y valor de la naturaleza.

“Si realmente amas la naturaleza, encontrarás la belleza en todas partes.-Vincent van Gogh (1853-1890) pintor neerlandés.

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