Sólo por apreciar su extraordinario león rampante, grabado en piedra sobre la torre del homenaje, ya merece la visita. Se trata del emblema heráldico de los Silva, condes de Cifuentes. Fue construido por esta familia en el siglo XV. El castillo emerge sobre un cerro desde el que se vislumbra la localidad de Barcience
Barcience se blindó allá por los siglos XI y XII. En el siglo XIII pasó a manos de la Orden de Santiago y fue transferido por su Gran Maestre, don Enrique IV de Castilla, al adelantado don Alfonso Tenorio, perteneciente a la familia de los Silva, Condes de Cifuentes desde 1454.
La construcción del castillo la comenzó Juan de Silva y como recompensa el rey le concedió junto con el título de conde de Cifuentes, el de Señor de Barciene. La obra la finalizó su nieto y en siglo XVI fue pertrechado con equipamiento de artillería.
De mano de los Silva pasó a las de los duques del Infantado, Osuna y Pastrana. Estos últimos se lo transfirieron al Papa Leon XIII que lo vendió a don Cirilo Calderón. Actualmente toda la magnitud de esa explotación agropecuaria se encuentra en manos de Don Roberto Barthe Calderon, biznieto de don Cirilo Calderon.
La ciudadela es de planta cuadrada , su gran patio, y la planta casi cuadrada ofrece, nos hace vislumbrar su tamaño y que en su época se concibió más como residencia que como fortín defensivo.
Dos atrayentes cubos son las señales de una barrera y el foso que protegían la puerta de entrada al recinto, y del que no permanecen vestigios. Tres torres, dos de planta circular, otra cuadrada, y la del homenaje, componen el resto del recinto.
La parte menos deteriorada es la torre del homenaje y la estructura exterior de mampostería. Su interior está en estado ruinoso en especial el recinto o antemuro que lo guarecía.
Se encuentra bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
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