“Naninoniacientooooosnaninonaná…Miiiiiiiiiiil eurooooooooooooos”. Por soleares. Por alegrías de Cádiz. O por tanguillos de Huelva. La Navidad suena al compás de los “nonainonaino” de unos niños que engalanados con traje y corbata, los únicos que en lugar de pedir regalan el aguinaldo. Y qué aguinaldo para quien le toque, señores…
"A pesar de todo... Navidad"Objetivo CLM - Angelica Sánchez “Naninoniacientooooosnaninonaná…Miiiiiiiiiiil eurooooooooooooos”. Por soleares. Por alegrías de Cádiz. O por tanguillos de Huelva. La Navidad suena al compás de los “nonainonaino” de unos niños que engalanados con traje y corbata, los únicos que en lugar de pedir regalan el aguinaldo. Y qué aguinaldo para quien le toque, señores…
El soniquete de bombos dorados, tintineos de bolas rodantes y cantos premiados que marcan el pistoletazo de salida de la maratón de besos, abrazos y reencuentros hacen que, queramos o no, olvidemos por unos días lo que nos preocupa y obsesiona, que si la cosa sale de Guatemala para entrar en Guatepeor, que si “Coletitas” se las ve y se las desea para echar a “Barbitas” y que si el “Guaperas” aprovecha para meter baza cuando puede… Hoy, nos dan igual. Me dan igual. Porque tengo un boleto con pasaje a la felicidad, o a la ilusión, que si me toca, ay si me toca…, y si no me toca, me dará lo mismo porque seguiré siendo feliz con lo que tengo, que como dijo el sabio: “no es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita” y, una, necesitar, lo que se dice necesitar, no necesita nada especial. Bueno, sí. Si fuese Miss Universo o el Papa necesitaría la Paz Mundial, pero como tan sólo soy una hormiguita en este lugar llamado Tierra sólo necesito pasar estos días en paz, que no es poco: salir indemne de comidas, meriendas y cenas navideñas, sortear agoreros que no dejan de tocar las bolas (colgantes… del árbol, claro) y sobrevivir a las señoras de la cola de la pescadería que a lo Belén Esteban “ma-tan” por un besugo… Y sin despeinarse, que la cosa no está para gastar la “pedrea” en peluquerías, oiga.
En paz y con las personas a quien se quiere, así hay que pasar estos días, gusten o no. Básicamente, porque tal y como está la sociedad y lo individualistas que nos estamos volviendo, hay que aprovechar estos momentos para quererse o recordarse lo que se quiere. Sí, ya sé que para eso están los trescientos y pico días restantes, pero si durante esos trescientos y pico días restantes no lo hacemos, ¿habrá que hacerlo alguna vez, no? Y si no es para quererse, al menos para tener vivencias navideñas que en un futuro se convertirán en “batallitas” que relatar, porque al fin y al cabo, lo bonito de estas fechas es vivir gratos momentos entre espumillones, panderetas y “gaiteros famosos en el mundo entero” para recordar. Será que me hago mayor o que me he levantado con el pie derecho y veo todo de color rosa… Vaya usted a saber por qué escribo sobre las benevolencias de estas fechas. Será porque a pesar de todo, este año nos merecemos un artículo optimista en vísperas de Navidad…
Tanto si son premiados con el “orondo” o les toca consolarse con tener salud, si son más de decorar el árbol o de figuritas de Belén, si son de la liga anti-Navidad o son el mismísimo Espíritu navideño, les deseo que pasen estos días lo mejor que puedan, brinden sus copas con sus seres queridos y no se me atraganten con los polvorones.
Y regalen abrazos, besos y sonrisas. Como éstos que yo les mando desde aquí.
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