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    Angélica Sánchez
    Cronista de lo desapercibido

Gnomolinos

"El tamaño de los gigantes es inversamente proporcional al tamaño de los molinos, de ahí si en lugar de la Mancha fuese en un lugar de Liliput, don Quijote vería gnomos donde Sancho ve amapolas. Más claro, clarinete."

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Objetivo CLM - Angelica Sánchez
Lunes, 26/01/2015 | Nacional | Portada, Sociedad, Opinión

 

                 “ -¿Qué gigantes?-dijo Sancho Panza.

                  -Aquellos que allí ves-respondió su amo-de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.

                  -Mire vuestra merced-respondió Sancho-que aquellos de allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.

                 -Bien parece-respondió Don Quijote-que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera desigual batalla. "

                                            

                       Don Quijote de la Mancha (Capítulo VIII).  Miguel de Cervantes Saavedra.

 

 

              

El tamaño de los gigantes es inversamente proporcional al tamaño de los molinos, de ahí si en lugar de la Mancha fuese en un lugar de Liliput, don Quijote vería gnomos donde Sancho ve amapolas. Más claro, clarinete. 

 

 

 

Raro es no haberse sentido alguna vez como Alonso Quijano confundiendo aspas de molinos con brazos de gigantes. "Quizá debería ser más Sancho" pienso en esos tropiezos, aunque la posibilidad de ver más allá del dedo que apunta a la luna permanece tentadora y casi siempre, una mano libera lastres provocando la consecuente caída celestial, el descenso de las nubes a toda velocidad y pies (y dientes) tomando tierra. Toda una aventura. De no saber más por vieja que por diabla seguiría dándome de bruces contra el suelo al divisar “gigantes y cabezudos” con toda su comitiva, charanga incluida, en campos de molinos. Por suerte, dos piños rotos y una fractura en la clavícula contra un muro molinero hacen cambiar el campo de visión, un ogro por un gnomo y un molino manchego por uno de papel… Porque ya se sabe: cuanto más alto, más dura será la caída; por lo tanto, caer a dos palmos del suelo duele menos. Todo sea por seguir construyendo castillos en el aire y ver más allá de la punta de la nariz; porque una sabrá más por vieja que por diabla, pero “quijota”, servidora lo es un rato largo.   

 

 

 Si nos dan alas para volar y el concepto “alas” acompaña implícito a la persona casual o causalmente, como en mi caso en el nombre, ¿por qué se obliga a ser terrenal? ¿Debemos dejar aparcados los sueños, la imaginación y dejar vía libre a la practicidad y comodidad del conformismo? ¿Tener siempre los pies en la tierra denota una personalidad férrea y sensata? ¿Ser soñador es sinónimo de loco? Supongo que lo ideal es encontrar el equilibrio, aunque surgen demasiadas dudas cuando abrimos nuestros sueños a lo demás y el concepto de persona seria y cabal se convierte en su antítesis.

 

 

Todos tenemos dos caras como la luna, una que mostramos y otra que se oculta. La que se oculta suele ser más atractiva, son aquellas pequeñas cosas que nos hacen singulares, originales y únicos. Incluso hay veces que se hallan en nuestra parte lunática visible, aunque son los demás quienes deben mirarnos con rayos X y descubrirlas. O leernos entre líneas. Como el Quijote. Quedarse con lo que se lee a primera vista resulta un tanto conformista: las aventuras de un hidalgo flacucho, loco y su cuerdo escudero. Quizá un afán curioso o querer encontrar respuestas a los porqués, surge tras leerlo una cuarta duda existencial, la que completa al quiénes somos, de dónde venimos y donde vamos: en este mundo de locos/cuerdos, ¿quién es más cuerdo/loco: los “quijotes” o los “sanchos”?

 

Responder esta cuestión sería más fácil de no haber nacido en la misma tierra que ambos personajes. Supongo que la "locura" y la "cordura" tratadas por igual, el idealismo y la sensatez, las recibimos de serie por los aires de esta tierra, tan llana a simple vista y tan abrupta si te adentras en ella; o el clima, tan frío en invierno y tan ardiente en verano;  incluso podría darlo el vino, fuerte y con mucho cuerpo, aunque agradable y cariñoso, siempre invitando a dejarse vivir.

 

Paradojas coincidentes. Todo antagonismo tiene su significado y origen en el contrario. Locuras cuerdas y corduras locas.

 

 

 

Desconozco si volveré a ver gigantes. Por el momento prefiero quedarme con mis “gnomolinos”, tan chiquitos y bonitos… Que para molinos de viento ya están los de Campo de Criptana.

 

 

 

Pd. Y los “Molinos de viento” de Mago de Öz. Todo un despertar “quijotesco” para un lunes tan “sancho”…

 

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