Historia del chocolate. siglo XIX y el romanticismo

Las mejoras técnicas en la fabricación del chocolate descubiertas en el Norte de Europa  por Coenraad Johannes van Hoten en 1828, hacen que se presente nuevas formas del cacao en estado sólido, como son las tabletas y los bombones

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Objetivo CLM - Lucía Ballesteros
Lunes, 26/01/2015 | Nacional | Portada, Sociedad, Salud, Gastronomía

Las mejoras técnicas en la fabricación del chocolate descubiertas en el Norte de Europa  por Coenraad Johannes van Hoten en 1828, hacen que se presente nuevas formas del cacao en estado sólido, como son las tabletas y los bombones.

 

No obstante este método ya era utilizado por los misioneros en las colonias mejicanas. En 1844, la chocolatería Brazo Fuerte de La Habana utilizaba como reclamo publicitario que su chocolate se elaboraba sin ayuda del hombre, merced a las máquinas exportadas desde España.

 

En 1885, en Astorga, un grupo de ingenieros trabajaban sobre como mejorar los procesos de elaboración mediante la mecanización, entre ellos Ángel García que fabrica norias, batidoras, refinadoras y molinos.

 

Y en 1870, en Europa, se fabrica el primer chocolate con leche en polvo y las primeras tabletas. La puesta en escena de las chocolatinas supondrá una gran demanda de moldes de diferentes formas para seducir el paladar de los más pequeños.

 

Estos avances consiguieron abaratar,  distribuir  y acrecentar el consumo de chocolate en España, alcanzando su grado sumo en el siglo XIX.

Las primeras fábricas se instalan en la ruta de Sevilla a Alcalá de Guadaira, la regentan los hermanos Nicolás y Fortunato Luca de Tena y Reina, lleva por nombre «Reverendos Padres Benedictinos» y sólo se sirve en el restaurante madrileño Lhardy.

 

En la Habana se elabora el chocolate con maní, de ahí pasó a España y posteriormente se fabricó con almendras. La variedad de chocolate de soconusco era la más apreciada, seguida del de vainilla y  después, el de canela.

 

Comienzan a conocerse las recetas procedentes del clero siendo la más famosa la de unas monjas zamoranas. Al parecer cocían el chocolate en olla de barro lo dejaban en reposo toda la noche y al día siguiente ponían la olla al baño María lo que hacía que el chocolate adquiriera una mayor suavidad.

 

En esta fecha el chocolate llega a la burguesía y esto provoca el nacimiento de los cafés de tertulia o chocolaterías. Este hábito que tiene su origen a finales del siglo XVIII llega a su cenit a mediados del siglo XIX permitiendo el consumo de chocolate a la taza. En cada lugar de España encontró su propia tradición, así en Madrid se toma con churros; en Valencia con buñuelos y porras, en Barcelona con bizcochos de soletilla y sequillos y en la cornisa cantábrica con picatostes y bolados.

 

El oficio de churrero surge en España en el año 1621. En las tertulias literarias también tiene su espacio donde Ramón María del Valle-Inclán le dedica un poema para demostrar que si bien era una bebida muy apreciada en los conventos no había nacido en ellos:

 

 

 

¡ Cacao! Afrodita jardín del puma

y chocolate de Moctezuma.

El chocolate –parece cuento-

no lo inventaron en un convento,

unos achacan a los Aztecas,

disputan si Chuchumecas,

hay sus dos credos con sus papas;

¡ Si fuese en Tabasco!. ¿Si fuese en Chiapas!.

Cacao en lengia del Anahuac.

Es pan de dioses, o Cacahuac.

Y el hombre sabio sigue la broma

Caco en lengua griega: Theobroma.

 

Con la independencia de Mexico en 1821 las exportaciones de cacao se ven mermadas. Aún así los viajeros que llegaban a la Península fueron compendiando recetas culinarias tradicionales entre ellas las del chocolate. El primero en hacerlo fue el francés Juan Francisco Peyron en 1772 y 1773. Joseph Townsend, menciona cómo en las ventas le ofrecían chocolate para desayunar.46 Townsend comenta: “Una ventaje de las posadas de España, en compensación de sus numerosas dificultades, es que por muy malas que sean, siempre está uno seguro de hallar en ella un buen chocolate.

En el crepúsculo del siglo XIX se empieza a utilizar en la cocina en platos como: «rebozuelo bañado en chocolate», la «langosta y pollo a la catalana», las «perdices estofadas al chocolate», el «conejo al chocolate», el «magret de pato al chocolate», el «mero al chocolate» o la «lamprea con chocolate», entre otras.

 

El chocolote siempre estuvo muy bien considerado entre el clero, la fama de los mejores chocolates la tenía la orden del Císter. Esta afición llega hasta el siglo XIX y sólo fue rechazada por la Compañía de Jesús por considerarlo un atentado contra la pobreza y la mortificación.

 

Su consumo entre el clero no estuvo exento de polémica pues se servía chocolate en el desayuno antes de celebrar la eucaristía, lo que provocó en el siglo XVII un debate entre casuistas, teólogos y catedráticos sobre si el chocolate quebrantaba el ayuno cristiano.

Antonio de León Pinelo en su obra “Question moral si el chocolate quebranta el ayuno eclesiástico” publicada en 1636 centra el debate en si el chocolate se sirve en estado sólido o líquido.

El cardenal Francois Marie Bracaccio sentencia en 1662 “ Liquidum non frangit jejunun” o lo que es igual 'El líquido no infringe el ayuno'.  La iglesia católica admite su consumo siempre que esté exento de leche o huevos. A esta resolución también se adhirieron los  Papas Pablo V y Gregorio XV.

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