Historia del chocolate. Época precolombina

La procedencia mesoamericana del árbol del cacao está cuestionada en la actualidad por los historiadores botánicos pues coexisten supuestos contradictorios acerca de la región de procedencia del mismo

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Objetivo CLM - Lucía Ballesteros
Lunes, 05/01/2015 | Nacional | Portada, Sociedad, Gastronomía

La procedencia mesoamericana del árbol del cacao está cuestionada en la actualidad por los historiadores botánicos pues coexisten supuestos contradictorios acerca de la región de procedencia del mismo.

Así, algunas conjeturas subrayan como lugar de origen la Amazonía, mientras que otras piensan que podía crecer en estado salvaje en otros lugares de América, llegando incluso a las llanuras del alto Orinoco.

 

Es previsible que los olmecas conocieran la planta del cacao ya en el año 1.000 antes de Cristo y que transfirieran su uso y cultivo a los mayas, que fueron los primeros en darlo a conocer a través de sus jeroglíficos.

 

Al parecer se conserva algún ligamen entre la sangre de los sacrificios humanos y la ingesta del cacao. Indicios hallados en tumbas mayas han podido acreditar que la bebida era asidua entre las clases nobles.

Diego de Landa en su obra “Relación de las cosas de Yucatán” describe el papel que el cacao ejercía en las ceremonias religiosas.

 

La mayor parte acerca de cómo se consumía el cacao se saben gracias a las excavaciones arqueológicas y a las reseñas textuales, como las conservadas en uno de los códices mayas, el Códice de Madrid.

 

Los historiadores españoles detallan las distintas formas que los aztecas precolombinos usaban para la preparación del cocolatt. Así el padre José de Acosta menciona cómo lo elaboraban en Nueva España, y Gonzalo Fernández de Oviedo narra las técnicas aplicadas en el golfo de Nicoya y en la isla de Chira.

 

La almendra tostada se muele y se deja cocer en agua hasta que la sobrenada una capa de aceite o manteca de cacao que se reparte entre los comensales. Este aceite de color dorado se coloreaba añadiendo  una planta llamada bija o achiote para procurar un color rojizo a la bebida final. Su aspecto grasiento, oscuro y amargo poseía un gusto muy del agrado de las sociedades precolombinas.

 

Otra de las fórmulas de preparación la conocemos gracias a unos manuscritos firmados por un “caballero de Hernán Cortes” denominados Tenochitlan y que vieron la luz en Venecia en el año 1556.En ellos narra que las granas del cacao eran molidas hasta quedar sintetizadas a polvo, mientras se efectuaba la molienda se le agregaban otros ingredientes como semillas o maíz; así el polvo resultante se diluía con agua fría y se batía con una cuchara hasta que subía la espuma. En otras ocasiones se preparaba como gachas a las que se incorporaban cereales como el maíz nixtamaizado o mezclado con chile.

 

Esta cultura acerca del hábito del cacao pasó de los mayas a los aztecas, así , pues, cuando los conquistadores españoles entran en contacto con el producto, los aztecas y los mayas ya  utilizan como bebidas populares el octli y el chocolate.

 

Los relatos escritos por los colonizadores españoles van describiendo como los aztecas utilizaban como moneda de cambio el cacao. Dicha moneda de cambio emplea el sistema vigesimal. Recibían denominaciones específicas como el countle,  que equivalía a cuatrocientas almendras de cacao, el xiquipil compuesto por una veintena de countles y la carga que incluía tres xiquipiles.

 

Gonzalo Fernández de Oviedo lo describe así: “ De manera que en aquella provincia de Nicaragua, un conejo vale diez almendras de éstas y por cuatro almendras dan ocho pomas o nísperos de aquella excelente fruta que ellos llaman munonzapot; y un esclavo vale ciento, más o menos, almendras de estas, según es la pieza o la voluntad de los contrayentes se concierta”.

 

El cacao es gran valor pues se utiliza en rituales religiosos, en rituales maritales, en medicina, como alimento nutritivo. La creencia de que era “un regalo de los dioses” le asignaba un cierto atractivo en las sociedades precolombinas como emblema de un bien precioso. Su uso como moneda era fundamental en el pago de impuestos a los poderosos.

 

 

 

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