Ahora que nos encontramos en pleno periodo estival, queremos proponeros una escapada a un lugar único y singular, una ruta alternativa para vuestro tiempo de ocio. Recientemente, Objetivo Castilla- La Mancha estuvo en la ciudad de Libisosa, ubicada en la localidad de Lezuza (Albacete). Allí pudimos observar las excavaciones arqueológicas que se vienen desempeñando desde 1996 por un equipo de la universidad de Alicante, ayudados por trabajadores de la zona y estudiantes de distintas universidades españolas y extranjeras. Este equipo de arqueólogos ha conseguido hasta la fecha numerosos descubrimientos de estructuras y una gran cantidad de materiales que se remontan al bronce final y alcanzan la época bajo-medieval, pasando por la fase ibérica y romana, los dos momentos más relevantes del yacimiento.
Libisosa gozó de un emplazamiento privilegiado, que presidía una encrucijada viaria fundamental en la Península Ibérica y de un territorio que basaba su riqueza en la agricultura y en el control de las rutas ganaderas, lo que la convirtió en un enclave de excepcional importancia en la antigüedad, constituyendo en la actualidad un punto importante de referencia histórico- arqueológico de la región.
Su situación geográfica era privilegiada, ya que por ahí recorrían los más importantes caminos ganaderos desde la Prehistoria. La vía Heraclea, que comunicaba la alta Andalucía con Valencia, y la vereda de Los Serranos, que llevaba las tierras de Murcia y Alicante hacia el Mediterráneo. Esta situación geográfica hace que ya se mencionara en los principales itinerarios antiguos, los vasos de Vicarello, el itinerario de Antonino y el anónimo de Rávena.
Entre sus descubrimientos más destacados, se encuentra el Sector 19, donde se ha recuperado un importante conjunto material datado por cerámica griega e incluso joyería de oro. Los materiales hallados en los sectores 3 y 18 destacan por su calidad, cantidad y variedad, tanto de los de importación (sobre todo itálicos) como los de producción local.
La excelente conservación de estructuras y materiales de la fase final ibérica se debe a su destrucción precipitada por causas bélicas (presencia de armas y cadáveres) que generó un "efecto sepultura" provocado por la caída de las paredes de adobe y que ha permitido que llegue hasta nuestros días en muy buen estado de conservación.
Por ello, les recomendamos encarecidamente que visiten este emplazamiento histórico de gran valor cultural para el patrimonio de nuestra región.
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