Melchor, Gaspar y Baltasar empezaron su recorrido trillano en la Residencia Fuentealegre, donde charlaron con los mayores antes de entregarles un regalo. Después, y precedidos siempre por el sonido y las luces de los fuegos artificiales y acompañados por la música de los villancicos, llegaron hasta la Plaza Mayor
La magia de los Reyes Magos, del cielo y los edificios de Trillo al corazón de los niñosObjetivo CLM Si el año pasado los Magos de Oriente llegaban a Trillo en barco, en este 2015 lo hacían en un trineo, tirado por un caballo volador, que aparcaron en primer lugar en la puerta de la Residencia de la Fuentealegre. A partir de las 17:00 horas, Melchor, Gaspar y Baltasar pasaron un buen rato charlando con los mayores de Trillo.
La charanga guadalajareña La Castellana alegró con sus sones la visita, tocando el paso doble y la jota, que tanto gustan a los abuelos y abuelas trillanos. Allí estaban Tomás Henche, el último ganchero de Trillo, y su esposa; tampoco faltó a su cita con los magos Isidora Henche, haciendo gala de su habitual buen carácter, ni Angel Carrillo, el más mayor de los hombres que viven allí, que no toma ni una pastilla y que, sin necesidad de bastón, volvió a zapatear como si fuera un mozo de veinte años, cuando la próxima primavera cumplirá 93. “Las he cansado de bailar a todas”, decía orgulloso y aún lleno de vitalidad.
Los Reyes Magos entregaron un regalo, una toalla en esta ocasión, a cada uno de los mayores de la residencia. Después de escuchar la última canción, al filo de las seis de la tarde, subían a la carroza, ocupando sus posiciones para llenar el aire de confeti de colores y caramelos.
En el recorrido por la calle del Arzobispo Muñoyerro, Antonio Morales Marco, el artificiero local, soltaba las correspondientes tracas de fuegos artificiales, señalando sonora y visualmente el paso de los Reyes Magos, al que siguieron alrededor de quinientas personas.
El recorrido de la Cabalgata, con música incorporada que repasaba los villancicos, este año con versiones electrónicas, discurría por la calle Arzobispo Muñoyerro hasta el Puente de Trillo, para girar después, antes de cruzarlo, por la calle Jardines en dirección al Polideportivo de la Virgen del Campo. Cuando ya de vuelta por la calle del Vivero, la carroza estaba a punto de pasar sobre el gran río, sonó la gran traca final, antes de que los Magos subieran a pie por la calle Calaveras hasta la Plaza Mayor.
Melchor, Gaspar y Baltasar tuvieron tiempo para, sentados en sus tronos al pie del Ayuntamiento, recoger las últimas peticiones de los niños. Desde la balconada de la Casa Consistorial caía nieve artificial, mientras los más pequeños, sobre una alfombra roja flanqueada por antorchas encendidas, hacían, de la mano de los pajes, un intenso camino encarnado hasta llegar a los brazos de los magos con los ojos llenos, a partes iguales, de curiosidad y respeto.
Y mientras los pequeños se acercaban a recordarles a los Reyes Magos sus deseos, se proyectaban, inmensos sobre la torre de la iglesia, los dibujos pintados en cristal en los que han estado trabajando en estos días en el taller de manualidades programado para llenar de creatividad el ocio infantil.
Después de la Misa que nuevamente oficiaba Santiago Jiménez, el párroco local, Melchor, Gaspar y Baltasar repartieron más de trescientos regalos. Para la madrugada quedó la fiesta de la Noche de Reyes que el Ayuntamiento organizó en el local municipal de la Calle Jardines. Actuó la orquesta “Punto y aparte”. De velar por la seguridad del trazado se encargaron los agentes de la Guardia Civil del Cuartel de Trillo, y también operarios de la Brigada Municipal. Los Reyes Magos quisieron dar las gracias a los voluntarios trillanos Alberto Serrano, Mariano Vaquero, Federico Henche, Mamen Cañamero, Cristina Mota, Raquel Mota y Alicia Benito por su ayuda, no sólo hoy, sino también en los últimos años.
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