El soriano Juan Catalina representó ayer en el tercero de los conciertos del festival Segontia Folk en El Pósito este espectáculo que nació de un viaje en busca de las herramientas y sones del pasado
“Torta y leche”: historias y música del pasado rural soriano para reivindicar la figura del abuelo en SigüenzaObjetivo CLM El músico y titiretero soriano Juan Catalina representó en la tarde de ayer en el Auditorio de El Pósito de la ciudad de Sigüenza su espectáculo para niños “Torta y leche”, con el que pretende “recordar a las familias cómo eran las herramientas, los juguetes y la vida antes, cuando no había pilas, y reivindicar la figura del abuelo”, explicaba poco antes de comenzar la función. “Además de recuperar ritmos antiguos, queremos que el nieto pregunte cosas a sus mayores cuando vuelvan a casa. Torta y leche es parte de nuestra historia contada de boca en boca en las plazas de los pueblos, en las bodegas y en las chimeneas junto al fuego, entre los ritmos del trabajo y tragos del descanso, en el juego de un niño, y un consejo del abuelo. Historias, canciones e instrumentos, herramientas y arreos, eso es de lo que hablamos en este esta función”, explica.
El espectáculo tiene su origen en un trabajo sobre folklorismo que llevó a cabo su compañía teatral. En estos viajes al pasado recolectaron, con el mismo cuidado que se empleaba con la mies recogiéndola incluso grano a grano en la era, historias de pastores, herreros, agricultores o carpinteros en la parte alta de Soria, en la que se iniciaba la trashumancia, la Rioja, Berlanga de Duero o San Esteban de Gormaz. Y, al tiempo que las recopilaban, lo hicieron también con las músicas del campo, “porque cada trabajo que implicaba a una comunidad tenía su propio ritmo para mantener la actividad, del que acababan saliendo cantinelas y jotas”, dice.
Según la experiencia del titiritero soriano, el mundo rural no difiere mucho de unos lugares a otros de España: “Hemos representado Torta y Leche, el nombre proviene del postre que los padres, por pobres que fueran las familias, procuraban que sus hijos tuvieran siempre, en el País Vasco o en Andalucía, y se percibe con el mismo cariño o con la añoranza de lo vivido. El formato de los campesinos trabajando en el campo, prácticamente con las mismas herramientas, es idéntico”.
Toda esa tradición oral es la que Juan Catalina transmitió ayer a doscientos niños en el auditorio de El Pósito. Sobre el escenario, el comediante desfiló, imaginariamente, por las reuniones de pastores que tocaban su chiflo de nariz en la Tierra de Cameros antes de iniciar la trashumancia del ganado hacia Extremadura, recordó la figura del afilador, que recorría los pueblos contando historias y reivindicaba su presencia con sonido inconfundible, también cómo, antes o después de comerse unas gachas calientes con harina de almortas, esos mismos pastores cantaban tocando las sartenes con sus cucharas y recordó que en la matanza del cerdo, antes de amasar el picadillo, los presentes echaban una jota con la única ayuda rítmica del sonido de una moneda sobre el barreño de barro en el que iban a trabajar.
Catalina, con el escenario lleno de herramientas y utensilios antiguos, recordó el nombre de muchas de ellas, e hizo música con otras tantas. Además, recordó que se están perdiendo muchas palabras hermosas. “Los mayores sí saben cuáles son las partes de un arado, por ejemplo, pero los niños no. Vocablos tan bonitos como telera, esteva, restola o pescuño se van a perder si no las recordamos”.
La compañía de Juan Catalina está ahora embarcada en dos proyectos, uno centrado en los personajes de la península ibérica, a caballo entre lo pagano y lo cristiano, que saltan a la palestra cuando se barrunta el final del invierno, como los zamarrachos, diabillos o botargas. “Queremos hacer una exposición de títeres de estos personajes en San Sebastián en 2016, año en el que se convertirá en capital europea de la cultura”. Su segunda apuesta es la de darle otra vuelta a la segunda parte de El Quijote. “Estos dos proyectos, y nuestro día a día, son los que nos mantiene la cabeza fresca”.
Cuando terminó la función, decenas de niños subieron a palpar herramientas e instrumentos y a preguntarle por ellos a Juan Catalina. Después, y por cortesía de la AES, todos los niños merendaron pan con chocolate. El Ayuntamiento de Sigüenza colabora en la organización del festival. |
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