La compañía Ron Lalá propone este domingo en Albacete un espectáculo innovador que consigue captar el alma de la novela de Cervantes
Guía para adaptar el Quijote con éxitoMarta Castro Para adaptar El Quijote con éxito lo primero es leer la novela. No se preocupen, seguro que en su casa hay un ejemplar, pues es un libro con una rara cualidad: hay más ejemplares que lectores. A continuación hay que comprenderlo: entender de lo que habla, de lo profundo y de lo banal, del alma de un loco que se vuelve cuerdo y de cuerdos que se hacen los locos. Una vez leído y comprendido, sólo hay que reescribirlo. Es decir, un proceso rápido, sencillo y para toda la familia.
Wikipedia recoge al menos 75 adaptaciones en cine y teatro, desde Cantinflas a la animación actual china, sin contar a Pierre Menard. Así que si un día suena el teléfono y quien llama es la directora del Centro Nacional de Teatro Clásico, Elena Pimienta, para encargar una nueva adaptación, a uno le tienen que temblar las piernas al menos una semana.
Los componentes de Ron Lalá recibieron esa llamada hace más de un año y medio. El reto no era fácil. ¿Qué más se puede aportar después de 75 intentos? Buscaron una respuesta sencilla: cubrir el vacío que dejaron muchos de los anteriores intentos captando el alma de la obra, su esencia burlona.
En El Quijote, Cervantes propone un juego de espejos entre su realidad y la de la novela. Incrusta relatos en el relato, la realidad se hace ficción y se funde con la historia. Un ejercicio posmoderno en pleno siglo XVII.
Cuatro siglos más tarde, Álvaro Tato, dramaturgo de la compañía, consigue el mismo efecto convirtiendo a Cervantes en un personaje más sobre el escenario, que cuenta con la ayuda del barbero y el cura para intervenir dentro de su propia obra.
Pero hay una diferencia más, algo que para Tato es la principal aportación de su versión: “Nuestra directriz era tratar a la obra con respeto pero sin reverencia, mirando a los ojos a los personajes. Cervantes era un poco vacilón, y queríamos que nuestra versión fuera muy cervantina”. A esa irreverencia se le suman la música y el humor, las puntas de lanza del teatro de Ron Lalá.
El juego de espejos está presente en el espectáculo. Los personajes hablan en verso, lo que remite al teatro clásico, pero la escenografía es moderna, basada en el atrezzo, con el que el espectador participa completando el sentido de la obra.
Desde su estreno en Madrid en diciembre del año pasado, la compañía ha paseado a su niña bonita por varios escenarios de la región y casi todos los Festivales de teatro clásico de España. Comparten su Quijote en una tierra de Sanchos. En los próximos meses se podrá ver en Alcázar de San Juan, Cuenca, Toledo o Tomelloso. A Albacete le llega el turno este domingo, día 31 de agosto.
Para Álvaro Tato, el contacto con el público manchego es especial: “Sientes que la gente lo ha leído, que le estás contando su propia historia. Cuando das con una obra así… están pasando cosas muy bonitas con el público”. Pero también apuestan por romper fronteras. Ya actuaron en Londres y esperan, con el apoyo del prestigio y la financiación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, sacar a Don Quijote allá donde lo quieran.
A la caza de lectores En esta guía falta aún un ingrediente para que la adaptación triunfe. “No pretendemos sustituir la lectura de la novela, eso es lo que hace que una adaptación fracase. Lo que pretendemos es invitar a ella. Mucha gente joven nos dice después del espectáculo que va a leer El Quijote por primera vez, otros nos dicen que van a releerlo”, explica Tato. “El mundo aún necesita esta historia”, señala el autor, “en un país en crisis, deprimido, Cervantes pretendió hacer al pueblo más culto, más libre. No hemos cambiado demasiado”.
Mientras diseñaban el espectáculo, los miembros de Ron Lalá recorrieron todos los rincones de La Mancha que aparecen en el Quijote. Con esas grabaciones han realizado un making off que termina –no podía ser de otra forma- en las playas de Barcelona. Allí, en una improvisada encuesta, descubrieron que algunas personas piensan hoy en día que Alonso Quijano fue real.
De carne o de tinta, la historia de El Quijote revive de nuevo de mano de esta compañía, que poco a poco va haciendo una legión de seguidores. “Necesitamos reír, y nosotros recordamos que El Quijote es una obra de humor”, sentencia Tato. Habrá que hacerle caso; él tiene todas las claves para adaptar la novela. Ahora mismo negocian con la Junta para participar en el IV Centenario de la publicación de la segunda parte de El Quijote, se está fraguando. Por eso, quizá sea mejor no meneallo. |
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