No recuerdo cuando comencé a escribir, pero juntar letras creando textos siempre ha sido mi ventana al exterior
Voy a abrirte mis ventanas, para dejar pasar el aireObjetivo CLM - Joaquín Muñoz González No recuerdo cuando comencé a escribir, pero juntar letras creando textos siempre ha sido mi ventana al exterior. Casi cuarenta años después, a la vejez viruelas, escribo novelas, relatos, poesía y pensamientos, esto último gracias a ese bloguero que todos llevamos dentro, y a San Facebook, por supuesto, como mucho hijo de vecino. No utilizo la palabra solo para comunicarme, la necesito para expresar mis pensamientos, mis emociones, mis intenciones, mis recuerdos y, por supuesto, y es lo que me trae a estas líneas, mis impresiones y mis criterios. Tampoco pretendo aburrir al personal con análisis detallados, y quizás algo pedantes, de esta tediosa actualidad que cada día se acerca más a aquellos lodos de un pasado, no tan lejano, pero que todos creíamos ya superado. La humilde intención escribiendo en este cristal, a través del que pongo mis ojos, es sacar los argumentos de todas aquellas presencias que permanecen casi ocultas a la mirada del resto, pero que reciben de igual forma el azote de las noticias que acaparan titulares de periódicos e informativos. Esos otros protagonistas, de los que pocos hablan, pero que de una forma velada, son tan afectados por la actualidad como los que escriben sus nombres en letras grandes. Y ya metidos en harina, puesto que se me ha convocado en este espacio para opinar, debo declarar que no soy apolítico, pero no soy de izquierdas… ni de derechas. No soy ateo, pero no practico ni creo en religión alguna. No soy anti-taurino, porque me encantan los toros, es una animal bello, fuerte y noble, que no merece todo el sufrimiento al que le sometemos ensuciando el nombre de la cultura con su sangre. Tampoco llevo en mis venas el sentimiento patriótico por el que otros darían su vida, pero me siento español y manchego como el que más. Aquí nací, y si puede ser después de haber dado un par de vueltas al mundo, aquí me gustaría morir. No creo en el ejercito que invade territorios y mata personas aprovechando la última tecnología creada para destruir. Tampoco en el que defiende esos mismos territorios, también matando personas, y con la misma tecnología que el invasor, ya que todos la compran en el mismo mercado. Creo en el ejército que acude a las catástrofes, salvando vidas y reconstruyendo ciudades, repartiendo comida y curando heridos, enterrando muertos y ayudando ancianos. Y si de creer se trata, yo a lo que realmente le profeso mi dedicación y total entrega… es a la empatía. Ese sentimiento maravilloso y profundo que nos aleja de nosotros mismos para meternos en la piel de los que nos rodean. Te contaré una anécdota, que me quedan unas pocas líneas aún para escribir. El otro día mi mujer se cortó, de forma muy leve, metiendo la hoja de un cuchillo por dentro de la uña del dedo corazón y dejando un rastro de sangre por toda la casa. Cada vez que me preguntaban qué le había pasado, yo lo contaba. En ese instante, la gente exteriorizaba un gesto de dolor con la cara como el que tú acabas de hacer leyéndolo. ¿No es genial? Ese pequeño sentimiento, de una micra de segundo, encierra la grandiosidad de nuestra innata pero poco practicada empatía. A eso me refiero cuando digo lo maravillosa que es. Una empatía bien desarrollada, terminaría con la codicia, con las guerras, las miserias y el maltrato hacia los animales, la violencia de género, los conflictos políticos y hasta el hambre en el mundo. La solidaridad, el respeto y la convivencia, la educación e incluso el amor se alimentan de la empatía, y yo pretendo plasmar la mía propia en cada uno de mis textos. En fin, no me enrollo que esto no da para tanto. Ya te he contado como soy, a veces contradictorio dentro de mi cordura. Me irás conociendo cada semana, en el mismo rincón, detrás del cristal que estos amigos de OBJETIVO CASTILLA LA MANCHA han querido prestarme. |
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