Esta vieja tradición, va cayendo en el olvido con el tiempo; por eso los lugareños de este pequeño municipio de Toledo, trabajan para la recuperación de este oficio, organizando actividades en torno a las caleras.
Y es que las tierras de Orgaz se encuentran pobladas de hornos caleros, que a día de hoy se habrían convertido en mera exposición si no fuera por el esfuerzo que hacen los habitantes de este lugar por recuperar la tradición del oficio.
Actualmente se pueden observar construcciones enteras del horno al completo con su cúpula de cantos, así como las innumerables actividades realizadas para exhibir el proceso de la quema de la caliza para la obtención de cal.
Pero, ¿en qué consiste esta tradición?
Antiguamente la cal se producía de forma artesanal, a partir de la piedra caliza. El proceso consistía en suministrar calor a dicha piedra (carbonato de calcio), la cual a su vez se puede encontrar de diversas formas: en forma natural, como tiza o como mármol (calcitas).
Para descomponerla es necesario exponerla a temperaturas que alcancen los 800 o 1000 grados y de ahí resultará la cal viva (óxido de calcio), la cual para ser utilizada en la construcción debía ser previamente hidratada.
El proceso de calcinación al que es sometida la piedra caliza, extraída de las canteras o “sacaizos”, para convertirla en cal viva, es lo que en Orgaz se conoce como “cocer” y se lleva a cabo, en unos conservados espacios, denominados caleras.
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