Como no podía ser de otra manera, declarado de Interés Turístico Internacional, y es que la ya de por si maravillosa ciudad de Toledo, recoge una celebración que, independientemente de su connotación religiosa, es digno espectáculo para todos aquellos admiradores de la mas majestuosa belleza.
Según la tradición hispano-mozárabe se celebra el siguiente jueves al octavo domingo después del Domingo de Pascua, acogiéndose al calendario litúrgico; pero es un mes antes cuando los toledanos empiezan a prepararse, para el que se ha convertido con el paso de los años en su día grande.
Visten la ciudad con sus mejores galas, todo un despliegue de adornos y “toldos” que harán las veces de palio para la custodia, las calles lucirán unos efímeros arcos de triunfo de verdes ramas, así como los patios toledanos que también serán los protagonistas, como rincones en los que se encuentran verdaderos tesoros ocultos.
Cientos de sillas desvencijadas reservan el sitio para todos aquellos visitantes que alquilan con antelación un lugar para ver la procesión en primera fila.
Ya por la tarde un pasacalles con gigantes y cabezudos y la tradicional Tarasca recorre alegre el trayecto marcado, al son de la música. Más tarde lo hará también la corporación municipal acompañada por el pertiguero (encargado de asegurar la buena colocación del decorado para que ningún toldo u ornamento impida el paso de la custodia).
Y llego el gran día, en los balcones de Zocodover penden ricas telas con bordados de repostero o colgaduras con escudos y motivos eucarísticos. El suelo parece todo un tapiz de hierbas aromáticas. En la Catedral lucen los tapices flamencos de los siglos XVI y XVII.
Toledo amanece a toque de diana y con el lanzamiento de bombas reales. Más tarde, la Tarasca se pasea de nuevo acompañada de la charanga, los gigantones y los cabezudos. La guarnición militar se distribuye por las calles del recorrido cubriendo la carrera.
A las 11 en punto una salva de moteros anuncia la salida de la procesión desde la puerta Llana de la Catedral.
Siguiendo el tradicional protocolo en cuanto al orden de la comitiva veremos el pertiguero, tras el cual sale la histórica cruz procesional del cardenal Carrillo con la manga del cardenal Cisneros. Detrás el Gremio de Hotelanos y a continuación de este las cofradías y hermandades de menor antigüedad, niñas y niños de Primera Comunión, asociaciones cristinas y Capítulos. Como religiosas caminan primero los seminaristas, seguidos de las órdenes religiosas, el clero secular, con la Cofradía de la Santa Caridad, que tiene el privilegio de ir directamente delante de la cruz del cardenal Mendoza y de los capellanes de la Catedral que preceden la salida de la Custodia (momento anunciado por disparos de morteros). Le sigue el Arzobispo Primado con su séquito y el Obispo Auxiliar y luego las representaciones oficiales de las distintas administraciones e instituciones públicas y militares.
La custodia es el centro del cortejo por portar en ella el Corpus Christi. Es a su vez el objeto más importante que se guarda en la capilla del Tesoro de la Catedral de Toledo. Es de estilo gótico arcaizante y de una gran belleza arquitectónica. Tardó siete años en elaborarse y su coste supero los quince millones de maravedíes. Salé en procesión sobre una carroza fabricada expresamente para ella, que va automáticamente nivelada para soportar las empinadas cuestas de la capital manchega. Va acompañada por las autoridades eclesiásticas y civiles, y escoltada por los cadetes de la Academia de Infantería.
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