El castillo de Peñas Negras está reputado como las rocas guardianas que vigilan las rutas de las invasiones con dirección a los reinos cristianos. Señalado como uno de los monumentos más señeros de la localidad. Se iza sobre un alto y escarpado cerro rocoso.
Su estructura es de planta irregular, largo y estrecho resulta inaccesible por el oeste donde se abre un novedoso postigo por el que se accede desde el castillo y mediante un pozo con escalera de caracol y de la que apenas se conservan tres peldaños.
La Torre del Homenaje converge en el recinto principal y lo divide en dos partes en la actualidad incomunicadas; es de planta cuadrada y tuvo al menos dos pisos. En su lado este, estuvo la puerta, de la que hoy sólo queda una escalinata. Existen, además, vestigios de una atalaya en el sur, y en la parte norte, al fondo del ahusado patio, restos de otra torre.
La mayor parte de esta franja primordial está apartada del patio de armas por un angosto foso horadado en la roca. En el contrafuerte que separa los dos aposentos existe un postigo que bien pudo tener un puente levadizo pues se encuentra abierto sobre un foso.
El recinto exterior está conformado por un patio de armas prolongado y acotado por un ante muro con diversas torres del que apenas quedan algunas señales. Dispone de una puerta orientada al norte, abierta sobre grandes peñascos, y otra al sur de menor tamaño cerca de la escalinata que lleva al primer recinto.
En la plaza de armas encontramos la entrada a un túnel, hoy tapado, que conducía a las estadías subterráneas.
Desde sus alturas hay una majestuosa panorámica colosal y apiñado manto de olivos verdes-grisáceos, como un mar, apostados en tierras rojas e inmensas llanuras.
Abd al-Rahman III y su sucesor Al-Hakan se desplazan desde Córdoba para neutralizar la rebelión toledana, llegando a las proximidades de la localidad de Mora porque “usaban contra los musulmanes como refugio de prevaricadores”.
Desaparecido el Califato de Córdoba, la ciudad queda incorporada al Reino Taifa de Toledo, bajo el mando de la familia de los Banú Dil-Nun. Alfonso VI conquista Toledo y gran parte de sus tierras pasan a manos cristianas, entre ellas el pueblo de mora.
El castillo regresa de nuevo a manos musulmanas para ser reconquistado por los castellano-leoneses a los almorávides en el año 1131.
Alfonso VII nombra alcalde a Munio Alfonso quien presenta batalla a los almorávides cordobeses. En esta razia Munio Alfonso mata al Gobernador Almorávide. Esta acción le granjea muchos enemigos. Así el Gobernador de Calatrava Al-Farax Abdalí ataca el castillo y Munio Alfonso resulta muerta; mientras que Martín Fernández salva de milagro la vida.
La muerte de Munio Alfonso lleva consigo que la fortaleza sea destruida y la población devastada. Por mandato del rey se levanta un nuevo castillo, en un páramo mucho má abrupto y rocoso.
En 1172 la Orden de Santiago percibe de manos del rey Alfonso VIII el nuevo castillo denominado Peñas Negras para que conformen una encomienda. La Orden lleva a cabo la repoblación de la zona al tiempo que los freires vigilan las acometidas musulmanas.
Se les otorga, además, la posibilidad de establecer expediciones bélicas a guarniciones musulmanas y poder quedarse con el botín obtenido. Se aprovisiona de agua gracias a un aljibe interno y de grano a los silos que han construido, además, cuentan con caballerizas para el ganado, lo que les permite soportar un asedio, si se produjese, por algún tiempo.
Tras la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, el peligro musulmán desaparece y la mayor parte de los castillos toledanos dejan de ser valiosos como frontera contra los musulmanes y son concedidos a órdenes militares, iglesias o congregaciones religiosas.
El castillo de Peñas Negras se destina a salvaguardar como prisioneros a determinados personajes que por mandato del rey se encuentran en él confinados. Uno de sus invitados más ilustre fue el infante Enrique de Aragón, puesto a buen recaudo en ese lugar por orden del Don Álvaro de Luna.
En 2008 se ha realizado una reconstrucción de las murallas y de la Torre del Homenaje para impedir su ruina total. En la actualidad el castillo es propiedad del Ayuntamiento de Mora y sus accesos han sido rehabilitados.
Agregar comentario